El modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente Notas sobre Tucabaca y el Paquió
El modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente
Notas sobre Tucabaca y el Paquió
Raúl Prada Alcoreza
El modelo colonial extractivista del
capitalismo dependiente, que forma parte de la geopolítica del sistema-mundo capitalista, que es, a su vez, sistema-mundo capitalista extractivista y
colonial, formando parte de la civilización
moderna, que es civilización de la
muerte. Pues su desarrollo se
desenvuelve dejando heridas profundas en el planeta, las proliferantes huellas eclógicas. El modelo colonial extractivista requiere
de territorios para incorporarlos a la vorágine de la subsunción de los espesores
territoriales a la farrago de la acumulación
originaria, reiterativa, y de la acumulación
ampliada de capital. Por eso, las reservas fiscales, definidas durante los
periodos de los gobiernos populistas del nacionalismo-revolucionario, de
mediados del siglo XX, se vuelven un problema;
así como las áreas protegidas y los
parques. Mucho más si se trata de territorios
indígenas. Son un problema porque
se sitúan como resistencias ante el
avasallamiento, las concesiones, la contaminación, la depredación, la tala, la
desertificación, la destrucción. Que son los procedimientos y los efectos perversos de la incorporación
territorial a la vorágine de la acumulación
de capital.
Solo a alguien
demasiado apegado a la ideología del desarrollo, además en pleno
crepúsculo de la modernidad tardía,
se le puede ocurrir decir que las “áreas protegidas son invento de gringos”[1].
En todo caso las áreas protegidas
corresponden a la cartografía que
delimita espacios, por así decirlo, naturales,
de los espacios urbanos y sus expansiones e irradiaciones; incluso de los
espacios rurales y sus distribuciones. Por definición las Áreas
Protegidas son áreas determinadas
por un Estado, sujetas a un marco legal y a un orden
institucional definido, para garantizar la conservación de sus peculiaridades,
además de patrimonios medioambientales y culturales.
Se
puede decir que los nacimientos de
los territorios protegidos se remontan a la antigüedad; incluso desde los
albores de las sociedades antiguas. Es cuando germinó la idea de conservar, en
principio con con el objeto de regocijo espiritual contemplando paisajes
silvestres de trascendente belleza. Los territorios silvestres preservaban ambientes,
ya sea terrestre o acuático con exigua intervención humana. Es cuando estas áreas
silvestres, que se destinan a fines de conservación, se constituyen las áreas
protegidas.
Existen múltiples ejemplos en las más
diversas civilizaciones, de protección de áreas y de recursos naturales,
vitales para su supervivencia. Los movimientos modernos de conservación
tuvieron sus inicios en las áreas del nuevo mundo, donde se registró un extremo
cambio en el paisaje y en la abundancia de la fauna. La reacción ante la
destrucción de los recursos naturales en las tierras de Norteamérica, precipitó la formación y crecimiento del movimiento de
conservación. Se observa desde sus inicios dos vertientes fundamentales en la
protección de territorios. Por una parte, el objetivo de perpetuar zonas con fines
de satisfacción espiritual y por otra con fines eminentemente prácticos,
vinculados a la mejor utilización y aprovechamiento de los recursos. El primer
caso marcado en su inicio por un profundo carácter clasista al servicio de los
sectores dominantes, continuo su desarrollo. Se conocen ejemplos como el
establecimiento de las reservas de caza al servicio de la nobleza en la Europa Medieval,
parques para la exhibición y desarrollo de poblaciones de cérvidos en la China de
esta misma época, así como otras reservas de la flora y la fauna creadas en la
propia China y en la India.
El fundar estos territorios exclusivos, ha
permitido en el presente la creación de áreas protegidas con fines bien
diferentes a los originales, como es el caso del Parque Nacional de Bialowieza
(Polonia),
erigido sobre antiguos terrenos de caza de duques lituanos, reyes polacos y
zares rusos; del Parque Nacional Gran Paraíso (Italia), en
aquel tiempo áreas de cacería de los duques de Saboya, etcétera. Las
Motivaciones que originaron la creación de las primeras reservas, así como la
visión romántica que rodeó a las áreas protegidas como sitio cuyo único
objetivo consistía en transportar el espíritu lejos de la realidad por medio de
la contemplación de ambientes vírgenes y paradisíacos, lamentablemente llevó a
muchos casos a falsear la necesidad objetiva del establecimiento de tales
territorios.
Surgen en Europa, a
mediados del siglo XIX diversas reservas, como el Bosque Virgen de Bombin en Bohemia 1858,
considerada como una de las primeras reservas naturales del mundo, así como el
bosque de Fontainebleu, en Francia (1861), citada como la primera área protegida creada
oficialmente a través de un decreto. En 1872, se
habría de iniciar un movimiento clave en el destino de los territorios
protegidos en el mundo.
La historia de las áreas protegidas modernas está
íntimamente ligada a concepto de Parque Nacional. En este mismo año el Congreso
reserva los espectaculares paisajes de Yellowstone en
los territorios de Wyoming y Montana como un parque público para el beneficio y disfrute
del pueblo bajo custodia del Departamento del Interior de los Estados Unidos, creando así el primer territorio designado y
administrado como un parque nacional en el mundo, hecho que señala el comienzo
del movimiento moderno mundial de parques nacionales y áreas protegidas[2].
El llamado movimiento de parques nacionales estaba guiado, desde sus
inicios, por tres condiciones básicas que motivaban su establecimiento: 1) Oponerse
a la explotación humana referido a la extracción o transformación de recursos
con el objetivo de conservar especies, ecosistemas o paisajes; 2) lograr que los visitantes
obtuvieran distintos beneficios recreativos, educativos, culturales de los
resultados de esa conservación; y 3) aprovechar esa conservación para estudios
científicos que no se pueden realizar en otro lugar.
En este afán de aplicar de forma
mecánica la categoría de manejo a diversas áreas, sin considerar la realidad
socio-económica y ecológica de las mismas, surgieron consecuencias negativas:
en ocasiones se desvirtúan los valores reales de este tipo de área protegida y por otro lado, hubo una aplicación
inadecuada de las normas de manejo que demandan los parques nacionales en áreas
naturales valiosas, que requerían ser abordadas en el marco de otras categorías
de manejo.
La Organización de
las Naciones Unidas (ONU) decidió publicar una relación de parques
nacionales, seleccionados, atendiendo a determinados requisitos, e incentivar a
los países a correcto establecimiento de parques nacionales[3].
Definición de Parques Nacionales
Tomando en cuenta la encuesta mundial que la ONU encargó a la Comisión Internacional de Parques Nacionales, conformada en 1960,
de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se publica
en 1967 la
primera lista de parques y reservas analógicas reconocidas por las Naciones Unidas.
La X Asamblea General de la UICN, aprobó en 1969,
la definición de Parque Nacional, instituyendo que son: áreas relativamente extensas, donde uno o varios ecosistemas no estén
sustancialmente alterados por la explotación y ocupación humana, donde las
especies de plantas y animales, sitios geomorfológicos y hábitat son de
especial interés científico, educativo y recreativo o contienen paisajes
naturales de gran belleza.
En este sentido, las autoridades competentes del país han dado pasos para
prevenir, incluso eliminar, tan pronto como sea posible, la explotación u
ocupación en toda el área y para reforzar de forma efectiva el respeto por las
características ecológicas, geomorfológicos o estéticas que dieron lugar a su
establecimiento. En todo caso, se permite entrar visitantes, bajo condiciones
especiales con propósitos de inspiración, educativos, culturales y recreativos.
Categorías
En 1978 aparece el documento de la UICN
sobre Categorías, donde se definen criterios y objetivos de las áreas
Protegidas, documento que clasifica a todas las formas conocidas de conservación
de la naturaleza, definiendo 10
categorías generales básicas. Con esto se contribuyó a hacer más operativo el
papel de las áreas protegidas en el mundo moderno; estableciendo una adecuada
manera de interacción con la naturaleza.
Definición de área protegida
En el Cuarto Congreso Mundial de Parques Nacionales, celebrado en Caracas, Venezuela,
en 1992, se
define un nuevo concepto de áreas protegidas, así como un sistema adecuado de
categorías. De esta forma, la UICN, en 1994, define como áreas protegidas a una superficie de tierra y/o agua,
especialmente dedicada a la protección y mantenimientos de las diversidad
biológica y los recursos naturales y culturales asociados, y manejados a través
de medios legales u otros medios efectivos.
El nuevo sistema de seis
categorías de manejo propuesto por la UICN, vigente actualmente a nivel
internacional, incluye:
1. Reserva Natural Estricta.
2. Parque Nacional.
3. Monumento Natural.
4. Áreas de Manejo de Hábitat /
Especies.
5. Paisajes Terrestres y Marinos
Protegidos.
6. Áreas Protegidas con Recursos
Manejados[4].
Como puede verse, la arqueología conceptual de áreas
protegidas tiene distintas fuentes, si se quiere, nacimientos. Empero, lo
que cuenta, para fines del debate político, es la definición acordada por las
Naciones Unidas y asumida por los Estados firmantes. Es decir, una superficie de tierra y/o agua,
especialmente dedicada a la protección y mantenimientos de las diversidad
biológica y los recursos naturales y culturales asociados, y manejados a través
de medios legales u otros medios efectivos. Solo a una
mentalidad delirante, aferrada al imaginario estéril del desarrollismo, se le puede
ocurrir que se trata de un “invento de gringos”, que quieren convertirnos en
“jardineros”. Llama la atención que lo diga, además, el ideólogo del
“socialismo comunitario”.
Las áreas protegidas corresponden
a los dispositivos internacionales de
Naciones Unidas con el objeto de proteger la biodiversidad, los recursos
naturales y los sistemas culturales. Si se quiere, estos instrumentos legales
son diseñados como extensiones y desplazamientos de los derechos humanos, consagrados por Naciones Unidas; lo que
corresponde al desenvolvimiento de distintas generaciones de derechos, que
enriquecen el bagaje jurídico de la libertad
y de la humanidad. Hay que tener poco
aprecio a las conquistas humanas en lo que respecta al derecho y a la libertad,
así como a la justicia, como para
emitir los juicios estrambóticos que mencionamos.
A lo que vamos es a volver a poner en mesa el debate sobre la biodiversidad, sobre todo al debate
sobre la vida, en sentido integral, a
propósito del conflicto de Tucabaca; en concreto el Valle de Tucabaca y la Reserva
del Paquió. El conflicto estalla por la
adjudicación de tierras a una comunidad llamada Túpac Amaru, conformada por
colonizadores, autonombrados como “interculturales”, en el valle y en la
reserva. Desacatando la Constitución, desconociendo los derechos de las
naciones y pueblos indígenas, vulnerando la condición de áreas protegidas, el INRA adjudicó tierras protegidas a “colonizadores”.
El estilo del avasallamiento de tierras por de parte del “gobierno
progresista” adquiere un perfil institucional, como el de la adjudicación,
entrega de títulos de propiedad, como ocurrió con la entrega de títulos a los
avasalladores de las cerca de 250 mil hectáreas en el Polígono Siete del TIPNIS.
Mediante este procedimiento se institucionaliza y se legaliza el
avasallamiento, que adquiere el cariz de propiedad campesina. Se adjudica
tierras en áreas protegidas ampliando operativamente la frontera agrícola, la
frontera maderera, la frontera extractivista, la frontera de la economía política del chantaje.
En Bulo Bulo se adjudicaron tierras a familias campesinas, que después
fueron indemnizadas porque esas tierras fueron utilizadas para la instalación
de la planta de fertilizantes, en un lugar muy distante, económicamente, de las
fuentes de energía, además de los espacios de mercado. En términos prácticos lo
que ocurrió es el desplazamiento desbordante de la economía política extractivista, que, bajo el nombre encubridor de “industrialización”,
construye un elefante blanco, beneficiando a la burguesía rentista, que gobierna, beneficiando a la casta política populista y a la élite de
la burguesía sindical campesina.
En el caso del Valle de Tucabaca y de la Reserva del Paquió asistimos a
algo parecido. En el contexto geográfico de la irradiación espacial del
connotado corredor bioceánico, el gobierno clientelar avanza en la toma de
tierras, que se valorizarían, como zonas colindantes. Incluso se ha llegado al
extremo de promover la adjudicación en espacios
culturales como el de Samaipata. No hay pues miramientos ni reparos en la
compulsión extractivista, rentista y comercial del proyecto depredador del
“gobierno progresista”.
En defensa de
Tucabaca
Al sureste de la geografía política de
Bolivia se encuentra el Chaco húmedo, cuyo ecosistema corresponde a la
subregión del Gran Chaco, que se diferencia del resto por su mayor
pluviosidad; lo que genera mayor cantidad de recorridos fluviales y humedales;
una flora y fauna distinta a la de otras regiones chaqueñas más secas. En
geografía histórica podemos asociar los ecosistemas chaqueños a los pueblos
guaraníes; después de la conquista y la colonización van a estar cartografiados
por las conocidas misiones, primero
jesuíticas, después dominicas y franciscanas. Es mucho después que las haciendas aparecen, sobre todo, las
puntuales y diseminadas, entre el lapso de la salida de las misiones jesuíticas y el ingreso de las
misiones dominicas y franciscanas. Es
durante la república cuando las haciendas
comienzan a cobrar mayor presencia; de manera notoria después de la revolución
nacional de 1952. La conmoción de la guerra del Chaco (1932-35) convirtió al
Chaco en una región de disputa y contienda bélica, además de provocar
migraciones de los pueblos guaraníes, fuera de las movilizaciones de las tropas
militares.
Contando con el hallazgo de
cavernas con pinturas rupestres, se deducen los recorridos y asentamientos
humanos más antiguos, oscilando su antigüedad entre 1.000 a 1.500 años A.C.
Posteriormente, de acuerdo con los registros de los primeros cronistas jesuitas,
estos registros dan cuenta que la zona era habitada por los nativos Boros,
Taos, Otuques, Imonos, Coypotorades, además de otros, todos del correspondientes
al “grupo étnico” erróneamente llamado de Chiquitos.
Teniendo en cuenta la fundación
de Roboré, se puede decir que se trata de una ciudad republicana. Su fundación modificó
la composición cartográfica de la zona, desplazando a Santiago de Chiquitos, la
que fue relegada con el nacimiento de Roboré. A fines del año 1915, don Ángel
Sandóval Peña se desempeñaba de Delegado Nacional del Oriente, siendo su
función, el explorar la frontera con el Brasil en busca de una ruta que
comunique con el Océano Atlántico, a través de la Chiquitania. En esa tarea el
Dr. Sandóval se traslada hasta Puerto Suárez por el antiguo camino trazado por
el fundador de Puerto Suárez, don Miguel Suárez Arana. Al pasar por el río
Roboré, hace pascana en el lugar en donde vivía un nativo llamado Francisco
Borja Céspedes, para luego continuar viaje hasta la frontera. Al notar que el
tramo entre San José de Chiquitos y Puerto Suárez era muy largo y sin población
en el trayecto, planea construir una que sirva de nexo entre ambas. Luego de
estudiar dos lugares, decide construirla a orillas del río Roboré, donde se traslada
en compañía del teniente Carlos Camacho y algunos soldados del ejército.
Llegando al lugar el 25 de octubre de 1916, inicia la construcción de un fortín
en la orilla izquierda del río Roboré, cuyo nombre deriva del vocablo indígena Chovoré, que significa Piedra Redonda,
aunque algunos historiadores opinan que el nombre proviene del vocablo Chovoreca, que significa Casa del
Diablo. El 25 de octubre de 1916 es considerado el día de fundación del pueblo
por don Ángel Sandóval Peña. El 4 de octubre del 1918 ya se contaba con un cuartel,
dando por inaugurado el Centro Colonial del Roboré; bautizado el lugar como
Villa de Castelnau, en honor al explorador francés que estuvo en Bolivia el año
1843. El 10 de septiembre de 1919, el Dr. Sandóval fundador de la Villa de
Castelnau realiza la hazaña intrépida, viajando en un motorizado desde Puerto
Suárez a Santa Cruz de la Sierra, llegando a la Villa Castelanu el día 15, donde
es bien recibido; luego continúa viaje hacia la capital cruceña, a la que llega
el 25 de septiembre de 1919, donde era esperado con una gran fiesta. Era el
primer vehículo en llegar a la ciudad, así como el primer hombre en atravesar
dichos campos en el motorizado. El año 1922, siguiendo la ruta del Dr. Ángel
Sandóval Peña, se instala la línea de Telégrafo para comunicar el lugar con la
capital; la misma ruta que serviría como base para la construcción del tramo
férreo y la nueva carretera pavimentada, con la que se cuenta actualmente. El
año 1930, la Villa de Castelnau recibe al entonces teniente Germán Busch
Becerra, quién años después sería presidente de la República. German Busch tenía
por misión el encontrar la ubicación del antiguo pueblo de San Ignacio de
Zamucos, que fuera abandonada y destruida el año 1745. Cumplida la misión, el
gobierno central le condecora con la mayor distinción con que cuenta el país,
el Cóndor de los Andes.
Estalla la Guerra del Chaco; se
alistan varios jóvenes de la Villa Castelnau y Santiago de Chiquitos para servir
en la guerra. El primero de agosto de 1932, el Comando del III Cuerpo de
Ejército, acantonado en la Villa de Castelnau, al mando del Gral. José L.
Lanza, convoca a los reservistas del año 1926, quiénes al mando del Tcnel.
Ángel Ayoroa parten hacia el Sur llegando a orillas del río Timanes en donde ubican
el Fortín Ingavi. Desde este lugar logran combatir y superar la agresión del
medio ambiente y del enemigo que amenazaba con tomar la Villa y Puerto Suárez.
Durante esta época de hostilidades, el piloto Rafael Pabón y el metrallista
Sof. Mario Calvo, compañero de Pabón, a bordo de un avión Curtiss-Osprey
(Piraí), fueron abatidos por un avión enemigo el año 1934. En noviembre del
mismo año, una epidemia de viruela negra azotó la población de la Villa de
Castelnau, causando graves consecuencias para la población. En mayo de 1935 el
abastecimiento de alimentos se hacía escaso, tanto para las tropas como para
las poblaciones. El día 14 de junio de 1935 terminó la guerra, firmándose la
Paz con Paraguay, fecha que la población civil rinde tributo a los
excombatientes de la Guerra del Chaco. Concluidas la conflagración bélica, el
año 1938, se inicia la construcción del ferrocarril, que uniría Puerto Suárez
con Santa Cruz de la Sierra; vía que llega a la Villa de Castelnau el 1945, convirtiéndola
en una urbe estratégica.
El nombre de Villa de Castelnau
permaneció en la población hasta el 12 de noviembre de 1947, cuando en el mismo
mes, 26 de noviembre, es elevada de rango de Cantón a la antigua Villa de
Castelnau, llamándola Villa Roboré. Se conforma la Tercera Sección Municipal de
la Provincia Chiquitos, teniendo como capital al cantón Roboré, así como otros
cantones a Santa Ana y Santiago de Chiquitos. El primer alcalde de la población
fue don Oscar Busch Candia, cuyo mandato se extendió hasta 1950[5].
El año 2000, mediante O.M. N°013/2000,
el municipio de Roboré crea la “Reserva Municipal del Valle de Tucabaca.” Luego
mediante Resolución Prefectural N°08/2006 se declara “Reserva Departamental
Valle de Tucabaca.” El 2009 mediante O.M. Nº 32/2009 es declarada Área
Protegida Municipal; finalmente ratificada mediante Ley Municipal 001/2011 como
“Reserva Municipal de Vida Silvestre Valle de Tucabaca.” Ahora, se la conoce
como “Reserva de Vida Silvestre Tucabaca” por la O. M. 018/2013, que aprueba la
actualización de su Plan de Manejo. La Reserva Municipal de Vida Silvestre Tucabaca tiene una
extensión de 262.305 hectáreas y se encuentra en el Municipio de Roboré a 400
km de la ciudad de Santa Cruz. La administración del área es responsabilidad
del Gobierno Departamental de Santa Cruz, a través de la Dirección de Áreas
Protegidas, en coordinación con el Gobierno Municipal de Roboré.
La Reserva Municipal, protege una porción del “bosque
seco chiquitano”, considerado como el bosque seco tropical mejor conservado a
nivel mundial. Protege fuentes de agua de la serranía de Santiago y los cursos
de agua que forman la base del sistema hídrico regional. En su interior
conserva flora y fauna característica del lugar y valiosos sitios
arqueológicos. En cuanto a la flora, se estima que existen más de 1.500
especies de plantas propias como ser, tajibo, paquió, almendra, tayoy, pesoé.
La serranía de Santiago alberga el más alto potencial de plantas endémicas de
todo el oriente boliviano. De la misma forma cuenta con una alta diversidad de
mamíferos y especies característicos de este tipo de bosque.
La
existencia de la vía férrea y la carretera interoceánica facilitan
la accesibilidad a la zona. Esta área protegida cuenta con lugares
paisajísticos de gran belleza, entre los que se destacan Santiago de Chiquitos, una de las últimas misiones fundadas por los
Jesuitas, que se encuentra ubicada al centro de la Reserva Municipal Tucabaca.
Sus impresionantes farallones y formaciones rocosas contienen numerosas sendas
y miradores. También se destaca Motacú, sítio
donde se puede observar pinturas rupestres. Así como el Mirador, “la antesala
del cielo”. Se pueden citar también las Cuevas
de Miserendino, así como La cascada de los helechos, El Arco Grande y El Chorro
de San Luís[6].
En Tucabaca: La historia de una reserva natural
creada y protegida por sus habitantes en Bolivia[7], se escribe:
Las
comunidades que viven alrededor y dentro de la Reserva Municipal de Vida
Silvestre Valle de Tucabaca han convertido al turismo en una fuente importante
de ingresos, según Richard Rivas, director del área protegida. Sin embargo, las amenazas continúan. El gobierno incluyó la Reserva
Valle de Tucabaca como área de interés para la exploración de hidrocarburos,
según Sara Crespo de la ONG Probioma. Entre 2009 y 2012, se registraron hasta
tres intentos por desarrollar actividades de exploración y explotación
petrolera dentro de la reserva, además de las amenazas de ocupación ilegal en
una zona del área protegida[8].
A 400 km al este de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia,
camino a la frontera con Brasil, se encuentra una región de serranía, reconocida
como prodigio, digno de ser un paraíso; rodeada de una vegetación y naturaleza
aún en buen estado de conservación, con paisajes encantadores, donde se asientan
pequeños pueblos, donde se preservan culturas e historias locales. Estamos en
la Reserva Municipal de Vida Silvestre Tucabaca, municipio de Roboré, área protegida creada para conservar las
serranías de Santiago y Chochís y el valle de Tucabaca. La reserva, creada el
año 2000 con una extensión de 262.305 hectáreas, posee una inmensa riqueza
natural; el paisaje está conformado por serranías, caídas de agua, que
conforman bellos cuadros naturales. En sus montañas se encuentran las nacientes
de los ríos que abastecen a toda la región y a la zona sur del pantanal
boliviano.
Los habitantes de la zona han convivido en armonía con los
recursos naturales, así como han sabido aprovecharlos de forma sostenible. Rubén
Darío Arias, expresidente del Comité de Gestión del área protegida, dice: “Nuestros
abuelos ya lo hacían, protegían la serranía y la naturaleza, porque sabían que
cuidándolas se beneficiaban más, ellos sabían que el agua venía desde arriba.
Ahora, Roboré es uno de los pocos municipios donde tenemos agua todo el año,
aunque ya vemos que ha disminuido”.
Desde la cima de la serranía se observa el valle
de Tucabaca, parte del área protegida,
que ya sufrió intentos de avasallamiento para establecer asentamientos de “colonos”.
Actualmente el municipio y sus comunidades reconocen que
el área protegida es una fuente ya no
solo de agua sino de sustento y de trabajo. Las familias que viven en las
comunidades de Santiago de Chiquitos, Roboré, Chochís y Aguas Calientes, además
de realizar la agricultura en pequeña y mediana escala, tienen significativos
ingresos, derivados del recorrido de los
visitantes, que llegan los fines de semana y feriados para realizar turismo de
naturaleza y disfrutar de los atractivos que ofrece la región.
Aquí los turistas invierten su tiempo y ahorros para
caminar en las serranías, con paisajes magníficos, formaciones rocosas, ríos de
aguas cristalinas, caídas de agua, nadar en un río de aguas termales, además de
conocer la historia de la región y disfrutar de la calidez de la gente que los
recibe. Justamente el fomento al turismo es una apuesta que las
comunidades han realizado para su futuro, conscientes de que la Reserva de
Tucabaca es la fuente de la mayoría de los atractivos para los turistas.
Richard Rivas, director de la reserva, dice: “La declaración de la reserva es
resultado del interés y exigencia que los habitantes de la región han hecho a
las autoridades”. Es que la Reserva de Tucabaca es “una de las pocas áreas
protegidas de Bolivia que se ha creado por decisión de la comunidad local; aquí
fue a pedido y requerimiento de la gente que quiso que se proteja a las
serranías y al valle de Tucabaca”. María Eugenia Cuéllar, exdirigente de
Santiago de Chiquitos, lo confirma cuando dice que el “área protegida es
nuestra, es de las comunidades. Aquí la cuidamos porque es la que nos da vida,
es la que nos da agua a toda la región”. La Reserva
Municipal de Vida Silvestre Tucabaca es fuente de ingresos para las
comunidades, debido a las actividades turísticas que se realizan en su
jurisdicción. “Ya han venido empresas mineras, queriendo explorar
nuestra serranía, ofreciéndonos de todo, pero junto a todas las comunidades,
hemos rechazado, no queremos la minería”, afirma Cuéllar, férrea defensora del
valle de Tucabaca. Ella y sus compañeros están dispuestos a defender la reserva
con uñas y dientes, como ya han demostrado antes.
Cuando las riquezas se convierten en una
amenaza
Debajo de las serranías existen yacimientos de hierro y
manganeso, y al norte está el valle de Tucabaca, que contiene el bosque seco
tropical mejor conservado del mundo – el bosque seco chiquitano –, rico en
maderas nobles y biodiversidad. Pero tanta abundancia se ha convertido en
una fuente de amenazas de parte de los invasores y empresarios interesados en
explotar la región. Rubén Darío, expresidente del comité cívico de la Comunidad
de Roboré, dice que no habían tomado en cuenta un gran detalle: “esta tierra no
solo es bendecida con las riquezas naturales, sino también por la cultura y la
calidad humana de su gente, que decidió defender la naturaleza, la reserva y
así su propia vida”. Según Darío, varios han sido los intentos de ocupación y
exploración de la Reserva de Tucabaca, desde empresas mineras, que buscaban
explorar la zona, hasta la aparición de asentamientos humanos ilegales. “Pero
hemos sabido protegernos, porque la población conoce la importancia del área
protegida, sabe que sin ella nuestra historia sería diferente. Y nuestra gente
la defiende”. Las planicies sobre las serranías de la
Reserva de Tucabaca ya están divididas en concesiones mineras, a pesar de que
la explotación minera no ha sido permitida por las comunidades.
El ‘No’ a la minería dentro del área
protegida
Edén Suárez es el actual presidente del Comité Cívico de
Santiago de Chiquitos; desde joven conoce la importancia de proteger las
serranías y el valle. Él ha sido uno de los primeros guarda-parques de la
reserva y se ha capacitado como guía de turismo. Suárez nos cuenta que en los
primeros años de la Reserva de Tucabaca no se había escuchado hablar sobre el
intento de ocupación ilegal dentro del área
protegida, ni las comunidades sabían que sus serranías escondían minerales.
Fue recién a mediados del año 2009 en que apareció el primer proyecto minero,
con la empresa Kyleno S.A. “Era junio de 2009 cuando supimos que había una
empresa minera, la Kyleno, que estaba convocando a una consulta pública para
presentar un proyecto minero en el área protegida”. “Nos cayó de sorpresa,
porque no teníamos conocimiento de nada, y no todas las comunidades estaban
enteradas de la consulta ni para qué servía. La empresa la había convocado para
el 26 de junio y no aceptamos. En agosto tuvimos una reunión del Comité de
Gestión de la Reserva de Tucabaca y decidimos aún no poner fecha para la audiencia,
porque todavía se necesitaba discutir con las comunidades nuestra posición
sobre el proyecto minero”. Sin embargo, la empresa Kyleno intentó realizar la
audiencia el 22 de octubre en la ciudad de Roboré ─ que está fuera del área
protegida ─, “pero logramos paralizarla y se definió la audiencia para el día
28 de noviembre en Santiago de Chiquitos”. Mientras tanto, el Comité de Gestión
de la Reserva de Tucabaca armó su estrategia, “nos organizamos para
defendernos. Buscamos asesoramiento y apoyo logístico, y logramos visitar las
comunidades y explicarles lo que era la minería y los impactos que tendría en
la serranía, en el agua y en nosotros mismos si se permitía. Fue un movimiento
muy grande de las comunidades, y cuando ya fueron conociendo y entendiendo lo
que realmente causaría la minería, ya no la querían”.
Como resultado de las jornadas informativas del Comité de
Gestión e instituciones del municipio de Roboré, el 21 de noviembre, previo a
consulta, las comunidades se reunieron en Aguas Calientes, donde emitieron un
voto resolutivo en que expresaban su decisión de “rechazar la implementación de
cualquier actividad minera […] en la reserva, porque atentaría contra los objetivos
de conservación del Área Protegida y sus valores naturales”. El día de la
Audiencia Pública, María Eugenia Cuéllar, que encabezaba la protección del
área, recuerda que la gente dejó todos sus quehaceres, sus casas, su trabajo,
“los chicos no tuvieron clases, todo por participar de la Audiencia y negarnos
a la actividad minera en nuestra región”.
Durante la gestión de Rubén Darío como presidente del
Comité de Gestión de la Reserva de Tucavaca se realizaron las alianzas con las
instituciones locales para defender el área protegida. Foto: Giovanny Vera.
Se inició la reunión “y por respeto escuchamos a la
empresa en su presentación”, dice orgullosa Cuéllar. “Pero luego, les indicamos
que no queríamos actividades mineras y que la empresa no sería aceptada. Ahí
mismo les entregamos el voto resolutivo donde se decía que ni ahora ni mañana
ni pasado las comunidades aceptarían actividades mineras en la Reserva de Tucabaca”.
Y ese fue el primer “NO” rotundo a cualquier actividad minera.
El proyecto que logró ganar
Pero no fue ese el último intento. Hubo otros más, como
en el año 2010, cuando la empresa Sidereste logró tramitar su licencia
ambiental para la exploración mineral al oeste de la Reserva de Tucabaca. Sin
embargo, según explica Sara Crespo, especialista en monitoreo socioambiental de
la ONG Probioma, Sidereste no realizó adecuadamente el proceso para lograrla.
Para la consulta solo tomaron en cuenta a las comunidades más cercanas, a las
que informaron “sobre los beneficios positivos que la minería les traería, como
empleos, escuela, nuevas casas, además de invitarles churrasco y cerveza
durante la consulta, pero, además, les escondieron los impactos al medio
ambiente”. De esa “siniestra manera”, afirma Crespo, “en junio de ese año la
comunidad de Naranjos aceptó la minería, afectando el área protegida”. Aunque
días después se envió una denuncia e impugnación a la Consulta Pública a las
autoridades nacionales, de igual forma se aprobó la licencia ambiental para el
proyecto, aunque hasta el día de hoy permanece paralizado por falta de
financiamiento.
Alertas ambientales
El tercer intento vino el año 2012, cuando
extraoficialmente se supo del interés de la empresa minera Montecarlo de
realizar trabajos de exploración en la serranía de Santiago. Ante esta alerta y
aún sin ningún contacto oficial de la minera, las autoridades de Santiago de
Chiquitos decidieron convocar a las demás instituciones del municipio para
expresar su rechazo a la minería en el área protegida. El 26 de mayo de ese
año, en reunión en Santiago de Chiquitos, las comunidades e instituciones
relacionadas con la Reserva Valle de Tucabaca emitieron un voto resolutivo
que decía: “Rechazamos cualquier intento de instalar una Actividad Obra, o
Proyecto de explotación Minera […] en el interior del Área Protegida Tucabaca,
por considerarla atentatoria contra la generación de agua que producen estas
serranías, pudiendo contaminar los cursos de agua que abastecen a todas las
comunidades del municipio y porque consideramos además que, la minería a cielo
abierto es la única que no es sustentable por definición, pues destroza toda la
cobertura vegetal y con esta, la gran cantidad de especies existentes con
fuerte impacto ambiental”.
De acuerdo con Sara Crespo, el apoyo de las propias
comunidades en dar gritos de alertas ante amenazas en la zona ha permitido
hacer frente a estos eventos, sea el de proyectos mineros, asentamientos
ilegales o deforestación. “Las comunidades ya se acostumbraron a avisarse entre
ellas sobre las amenazas y luego dan parte a las instituciones responsables. Se
han convertido en un sistema de alerta temprana en el área protegida”.
La ocupación ilegal del área protegida
Richard Rivas, el director del área protegida, explica
que el área protegida fue creada en un momento en el que “la demanda por los
recursos naturales en la zona era muy poca, la accesibilidad era muy difícil,
los caminos aún no estaban […] pero los tiempos cambiaron, se establece
una carretera internacional muy cercana, con los respectivos impactos, como el
incremento por la demanda de recursos, de madera, y otros, como de uso y
ocupación de la tierra”. En 2007 se dieron los primeros intentos de ocupación
ilegal de tierras, que fueron repelidos por la administración del área
protegida, apoyada por la misma población que presionó a los invasores para
abandonar el área. “Fue esta una de las primeras muestras de la conciencia de
la gente. Pero en 2011 los invasores se vieron fortalecidos por el Instituto
Nacional de Reforma Agraria (INRA) de Bolivia, que autorizó la dotación de
parcelas de terrenos dentro de la Reserva de Tucabaca.
La alternativa encontrada, cuenta Edén Suárez, fue
ejercer la presión social contra la ocupación del área. “Necesitábamos tener
mucha fuerza y así, encabezados por nuestro comité cívico, que aglutina a la
mayoría de las instituciones del municipio, decidimos bloquear y cerrar el paso
por la vía férrea y la carretera bioceánica, que unen Bolivia a Brasil. Nuestro
mensaje era claro y directo al gobierno central, al INRA y al Ministerio de
Minería, que no queríamos saber de exploración y explotación de minerales en
nuestras tierras, ni avasallamientos - ocupación ilegal de tierras - al área
protegida, y exigíamos seguridad jurídica para la misma”. El bloqueo duró dos
días, la gente de Santiago bajó cerca de 14 kilómetros hasta la carretera para
bloquearla, mientras la población de Roboré bloqueó en su jurisdicción.
“Jóvenes, niños y ancianos participaron del bloqueo, todos con un objetivo
común, de decir no al avasallamiento, ocupación ilegal de tierras, de nuestra
área protegida”. María Eugenia Cuéllar recuerda que “la gente estaba decidida a
ir y apoyar. En la radio del pueblo se explicó del paro, se pidió colaboración
y así se logró que muchos apoyaran, hasta con comida”. Al final el bloqueo
logró los objetivos esperados. Se consiguió la consolidación legal del área
protegida con la promulgación de la primera ley municipal de Roboré,
declarándola Reserva Municipal de Vida Silvestre Tucabaca. “Y como pueblo
ganamos, porque nuestra área protegida se consolidó y protegemos nuestra agua”.
“¿Te imaginas si aquí no fuera área protegida? ¿Cómo estaríamos? ¿Y cómo
estarían los de allá abajo, tal vez ya sin agua?”.
“Nuestra área protegida es
una reserva de agua, y la gente ya sabe que destruyendo ese cerro, nos quedamos
sin agua”, dijo María Eugenia, exdirigente de Santiago de Chiquitos que estuvo
junto a los demás pobladores en la lucha para proteger su reserva. Foto:
Giovanny Vera.
Un futuro incierto
Según Sara Crespo, de Probioma, la reserva se encuentra
en una situación incierta, debido a que las empresas aún tienen los derechos de
exploración en el área, lo que la deja a la merced de las mineras. Además,
asegura Crespo, el gobierno incluyó la Reserva de Tucabaca como área de interés
para la exploración carburífera, lo que hace aún más inseguro el panorama. Las
amenazas de afectaciones para explotar los recursos
naturales cobijados por el área protegida están a la orden del día, aunque
para los habitantes de la región, la defensa continúa. Rubén Darío asegura que
hoy los habitantes de Roboré están despiertos y atentos a cualquier nueva
amenaza a su área protegida, y que estarán para defenderla de nuevo. Este
movimiento es el “fruto de varios años de un proceso de aprendizaje y de
educación ambiental que promovió la apropiación del área protegida por parte de
la gente”.
Edén Suárez recuerda que el hecho de que la Comunidad de
Santiago de Chiquitos esté dentro de un área protegida ha traído mejoras hasta
en la calidad de vida de sus habitantes. “Hoy Santiago – comunidad - vende
ecoturismo, nos genera ingresos usando de forma sostenible sus recursos y su
naturaleza, y por eso la defendemos. Somos orgullosos porque el área protegida
es un referente a nivel nacional de protección y conservación”. “Estar dentro
del área protegida también ha servido para ayudar a mantener nuestras
tradiciones y costumbres, ya que es lo que buscan los turistas que vienen,
ellos quieren vivir como nosotros vivimos”, dice María Eugenia Cuéllar. “¿Cómo
no proteger lo que nos da de todo, nos da agua y nos da vida?[9]”
En el conflicto
reciente, por lo tanto, recurrente, se han vuelto a dar movilizaciones den
defensa del valle de Tucabaca y la Reserva del Paquió. Contingentes roboreseños marcharon hasta el INRA en
defensa de Tucabaca. En la ciudad de Santa Cruz, los residentes de Roboré se
concentraron en la plaza 24 de septiembre, desde donde partieron en caravana a
protestar hasta las oficinas del INRA, en rechazo a la otorgación de la reserva
municipal de El Paquió y la Unidad de Conservación del Valle de Tucabaca, que
abarca 24.000 hectáreas, a la comunidad Túpac Amaru[10]. Además, afirmaron que la caravana es en apoyo a las
medidas que llevan a cabo sus pares en la carretera bioceánica.
El conflicto no parece tener una pronta
solución, a pesar de los anuncios del gobierno. En la mesa de dialogo entre el
gobierno y las dirigencias y organizaciones involucradas en el conflicto,
aparecen con cierta nitidez la contraposición entre los actores del
enfrentamiento; los dirigentes municipales, regionales y locales, por una
parte, frente al gobierno, sus voceros, ministros, y dirigencias sindicales
campesinas, por otro lado. En el periódico El Deber sobresalen los temas del
impase; se dice que:
El texto del convenio fue cambiado por lo menos cinco veces, pues los
vecinos llegados desde la localidad chiquitana exigen la anulación de la
resolución de asentamiento emitida por el INRA y no dejar que haya una
verificación de la zona[11].
El Ministro de
Desarrollo Rural Hugo César Cocarico aseveró que el Valle de Tucabaca, de
264.000 hectáreas, no está en discusión, pues su territorio está saneado y es
imposible asentar comunidades nuevas. “Al lado hay un predio que en 2005 fue
saneado como tierra fiscal disponible, son 57.000 ha, de las cuales 24.000 ha
están en discusión”. Pide verificación in situ. El ejecutivo de la Federación
Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Santa Cruz, Adolfo León, declaró a
ANF que los campesinos dejarán Tucabaca siempre y cuando salgan del lugar los
empresarios y ganaderos, que también realizan desmontes, calificando la
protesta de Roboré como política y discriminatoria. Ante estos hechos, en San
Ignacio de Velasco las instituciones, mediante voto resolutivo, exigieron una
auditoría al INRA sobre las tierras dotadas en ese municipio y la paralización
de nuevos asentamientos humanos con campesinos e indígenas del interior afines
al MAS.
Las proyecciones insaciables del extractivismo
El modelo colonial extractivista del
capitalismo dependiente, una vez asentado, parapetado, puesto a funcionar,
en la historia moderna, desde sus comienzos mismos, no puede parar; sus proyecciones requieren de más
territorios, de más bosques a talar, de más geología a explorar y depredar.
Este modelo colonial extractivista,
que sostiene el desarrollo del sistema-mundo capitalista, se reproduce
expansivamente, aboliendo fronteras, sean agrícolas, mineras, hidrocarburíferas
o de otra índole. Los espesores
territoriales tienen que ser subsumidos
a la vorágine destructiva de la acumulación
originaria reiterativa, que sostiene a la acumulación ampliada de capital. Ante su avance no hay salvación,
salvo si los pueblos resisten y se oponen a su expansión, además, claro está,
de lograr vencer a los aparatos políticos, jurídicos, comunicacionales,
ideológicos, de chantaje, que acompañan a la expansión del modelo
extractivista.
La peculiaridad del
caso reciente, en el conflicto de Tucabaca, es que se trata de otorgación de
tierras a “colonos”, por parte del dispositivo de reforma agraria del Estado.
Ya hace un tiempo aclaramos que cuando se habla de extractivismo, el modelo
no se circunscribe a la mineria y a los hidrocarburos; puede integrarse al modelo una agricultura, una
agroindustria y una ganadería expansivas y depredadoras. También anotamos, en otros ensayos, que la economía campesina, caracterizada como
de operaciones complementarias de heterogéneos cultivos, además de variadas
estrategias, que apuntan a la reproducción
de la comunidad, deja de ser tal cuando tiende y se vuelve de monocultivo, y cuando su única
estrategia resulta ser comercial y ganancial, basada en las lógicas del mercado. Bueno pues, hoy
asistimos a transformaciones de las llamadas economías campesinas, de tal manera que se han conformado élites
empresariales, que apuntan al monocultivo
y al control expansivo y extractivo de los territorios. En escritos anteriores
señalamos como ejemplo a las economías
campesinas que se especializaron en el monocultivo
de la hoja de coca; incluso señalamos el caso insólito que comunidades indígenas se transformen en monopolio de un monocultivo,
como el de la quinua, ocasionando la formación de una burguesía comunitaria. Los
anteriormente llamado “colonizadores”, ahora autonombrados como
“interculturales”, que, en principio aparecieron como singulares economías campesinas, se fueron
transformando, al apuntar, si bien, no del todo al monocultivo, pero si a cultivos altamente rentables, convirtiendo a
las economías campesinas en economías empresariales. Valdría la pena
hacer un balance de lo que ocurre, por ejemplo, donde se cultiva arroz en mayor
escala, destinado al mercado de las ciudades.
Ciertamente, ni las economías campesinas son homogéneas,
sino heterogéneas, diferenciadas y singulares, tampoco las economías campesinas en transformación, hacia un perfil más
empresarial. De ninguna manera se trata de demonizarlas como las portadoras del
capitalismo salvaje y depredador,
sino de comprender cómo, en esta gama
de perfiles agrícolas y agropecuarios, aparecen asentamientos claramente
destructivos, como es el caso del Polígono Siete del TIPNIS, de los
asentamientos clandestinos en áreas protegidas, y como es el caso del problema
que nos ocupa, la dotación de tierras en Tucabaca y en el Paquió.
La primera anotación
que podemos hacer es que estas dotaciones de tierras no corresponden al tipo de
las dotaciones de tierras entregadas a los “colonizadores” por las políticas
agrarias del gobierno de la revolución de 1952. En aquel entonces los
asentamientos de “colonizadores” en el oriente boliviano correspondían como a
una extensión de la reforma agraria, vía farmer, de esta revolución
del nacionalismo-revolucionario. Lo que se asentó en las tierras de “colonización”
fueron economías campesinas, que,
primero, tenían que cubrir el cultivo de su subsistencia, para después ingresar
al mercado. Lo que se dio con el avasallamiento del Polígono Siete es la
expansión de la economía política de la
hoja de coca excedentaria, de por sí, monocultivo,
aunque vaya acompañada por otros cultivos colaterales. Es decir, el
avasallamiento corresponde a la ampliación
de la frontera agrícola de la hoja de coca excedentaria, en otras palabras,
de la empresa de producción de coca, altamente rentable, cuya forma de
organización es sindical. Lo que se reproduce, en este caso, es la burguesía sindical de la hoja de coca
excedentaria.
La otorgación de
tierras, por parte del INRA, en el Valle de Tucabaca y en la Reserva del
Paquió, no corresponde a asentamientos campesinos, aunque le otorguen a esta
dotación ilegitima e ilegal e inconstitucional el nombre de Comunidad Túpac
Amaru, sino a asentamientos empresariales. No estamos diciendo que si fueran
asentamientos campesinos fuesen legales y legítimos, pues se trata de áreas
protegidas, donde no se permite tampoco este tipo de asentamientos. Lo que
tratamos de caracterizar es el perfil mismo de la dotación otorgada por el INRA
en este caso. Más se parece, aunque no del todo, a lo que pasó en Bulo Bulo,
donde la concesión de tierras a dirigentes campesinos no tenía como objeto la
producción campesina, sino la especulación
de tierras; sobre todo, la ocupación de tierras, para que el Estado pueda
ocuparlas después, con la debida indemnización, destinando estas tierras para
la economía extractivista, que no
deja de ser eso la economía industrial.
Como anotamos más arriba, los proyectos bioceánicos, tanto carreteros como
ferroviarios, definen campos
gravitacionales para el capitalismo
especulativo, donde el Estado juega un papel de monitoreo.
[1] Mención
recurrente del Vicepresidente Álvaro García Linera.
[3] Ibidem.
[4] Ibidem.
[6] Unidad de Conservación del Patrimonio Natural
y Área Protegida Tucabaca. http://www.santacruz.gob.bo/sczturistica/medioambiente/recursos_areasprotegidas_municipal/contenido/10001/30002210.
[7] Leer de Giovanny Vera Tucavaca
La historia de una reserva natural creada
y protegida por sus habitantes en Bolivia.
Mongobay Latam. 27 septiembre 2016
https://es.mongabay.com/2016/09/areas_naturales_protegidas-biodiversidad-mineria-conflictos-pueblos_indigenas/.
[8] Ibidem.
[9] Ibidem.
[11] Leer Tensa reunión para defender la reserva de
Paquió de Roboré. https://www.eldeber.com.bo/santacruz/Tensa-reunion-para-defender-la-reserva-de-Paquio-de-Robore-20181115-0008.html.
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