Composición y desenlace de los hechos

Composición y desenlace 

de los hechos

A propósito de la asonada militar 

 

Raúl Prada Alcoreza

 


                                         Pintura de Miguel Alandia Pantoja

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué es un hecho? Ludwig Wittgenstein decía que el mundo es la totalidad de todos los hechos. Viendo, en principio, que es una singularidad que forma parte de la realidad efectiva. También se puede considerar el hecho como un desenlace singular de hechos anteriores, relacionado a hechos anteriores, que no necesariamente inciden de manera lineal y causalista, sino que parte de los hechos pueden formar parte del entorno del hecho en cuestión. En una exposición anterior dijimos que el hecho ya es una composición de singularidades, que, de ninguna manera, se puede considerar el hecho como homogéneo, sino como contextura. En ese sentido, dijimos que hay que atender a la composición del hecho. Esas reflexiones en torno al hecho, que obviamente ya se salen de la concepción empirista, incluso de la filosofía positivista, puesto que, más bien, parten de una perspectiva compleja, pueden ayudarnos a la comprensión de ciertas acontecimientos políticos, acontecimientos conformados por eventos, que no están considerados en el sentido del acontecimiento, tal como nosotros concebimos, como multiplicidad  de singularidades. En ese sentido vamos a abordar desde esta perspectiva un evento insólito político, que es el que tiene que ver con el motín, con la asonada militar, que se dio, hablando ya de hechos, el 26 de junio en la tarde, del año en curso, en el entorno del palacio quemado, en plena plaza de armas de la sede de gobierno.

 

Todas las versiones, transmitidas por los medios de comunicación, son altamente incongruentes y contradictorias, la hipótesis del golpe de Estado, la hipótesis del autogolpe, la hipótesis de la conspiración, de la que forman parte las anteriores hipótesis. La hipótesis del motín o asonada militar improvisada, que forma parte, más bien, de la casualidad, que tiene que ver más con el ímpetu del momento de la crisis, donde están involucradas subjetividades. La hipótesis de un amague o ejercicio, incluso preparativo de golpe de Estado, que vuelve a formar parte de la teoría de la conspiración, pero también forma parte de la improvisación. 

 

Al respecto de este conjunto de hipótesis, sus entrelazamiento y conexiones, sobre todo atendiendo no sólo a lo que se ha dicho desde las distintas versiones, sino a lo que ha ocurrido, una impresión importante y ciertamente esclarecedora es de que se trata de varios factores incompletos e inconclusos, que intervienen, de manera provisional, en un momento dado y dan lugar a un campo de posibilidades. 

 

La improvisación es un concepto muy dúctil, que nos puede llevar tanto a la provisionalidad del mapa de hechos, que acontecieron en torno al hecho en cuestión, también es un concepto que nos lleva a la premura, no solamente subjetiva sino relativa a la intensidad misma de los eventos. ¿Por qué decimos esto? Porque lo que se muestra, en relación a los referentes de las distintas versiones de hipótesis, es el carácter elevado de la improvisación, tanto en el sentido subjetivo como en el sentido objetivo.

 

Con esto decimos, no tanto lo que puede venir de primera mano a la mente, que se trata de no descartar ninguna de las hipótesis, que todas las hipótesis son fragmentariamente válidas, que ayudan, de todas maneras, a entender el cúmulo de contradicciones que se desata. Sino sobre todo, como lo dijimos más arriba, en relación al concepto de hecho, tanto como desenlace, así como composición, que el hecho de la asonda militar, o lo que se llame, tiene antecedentes, tiene un entorno, tiene factores concomitantes y factores que pueden ser considerados con cierta aproximación a la causalidad.

 

¿Dónde se encuentran estos factores distribuidos en distintas localizaciones en el mapa del desarrollo de los hechos? Al respecto tenemos que decir que no solamente se encuentran en el entorno y en el contexto del hecho en cuestión, sino también en las motivaciones de los sujetos intervinientes, en sus intencionalidades, que se dan en el desenvolvimiento de los hechos, no de manera directa sino, más bien, diremos indirecta o mediada, puesto que de todas maneras hay otros factores que intervienen en el desenlace.

 

En este sentido no es descartable, no como hipótesis, sino como factor interviniente, cierta incumbencia de una conspiración en ciernes. Tampoco es descartable la premura de un gobierno desesperado, que busca un espectáculo para tender cortinas de humo y cubrir la crisis múltiple en la que se encuentra naufragando. Asimismo, como hemos dicho en uno de los escritos, aparece de manera patente el alcance y la magnitud de la crisis múltiple, desordenando toda cohesión institucional. En ese sentido, cuando desaparece la consistencia institucional y social, también política, se puede dar lugar a que ocurra cualquier cosa, como hemos dicho, lo insólito.

 

Lo que es innegable en este análisis es que estamos ante una crisis múltiple de gran alcance, crisis política, crisis económica, crisis institucional, crisis de valores, en el contexto de la crisis crepuscular del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Ninguna de las versiones, ninguna de las hipótesis, puede ocultar esta situación innegable. En todo caso, partamos de eso, que hay crisis múltiple del Estado nación, que se hace llamar de manera impostora Estado Plurinacional.

 

La pregunta que viene al caso es la siguiente: ¿Cómo se comportan los sujetos involucrados en una situación de crisis múltiple? Eso depende obviamente de la constitución o desconstitución de sujetos, del perfil de la subjetividades, del alcance de la crisis de las instituciones, de la que forman parte, de la historia política reciente, mediana y larga del país. Fuera de comprender la distribución de la diseminación institucional y de prácticas políticas y económicas a las que se ha llegado.

 

Después de dos décadas de gobiernos neopopulistas, contando con un interregno muy corto de “transición” neoliberal, que, en todo caso, también forma parte de la crisis política, se puede evaluar el alcance de la diseminación, de la suspensión de valores, del derrumbe ético y moral, de la crisis política, por lo tanto, también de la crisis de legitimación. Así como el alcance de prácticas de corrosión institucional y de corrupción galopante. Ahora bien es cierto que estas dos décadas forman parte del largo siglo XX, en el sentido de Giovanni Arrighi, en el cual se dan lugar momentos constitutivos del Estado nación de Bolivia. Hablamos de la revolución nacional de 1952, hablamos del proyecto insurreccional diseñado desde la tesis de Pulacayo hasta la caída de la Asamblea Popular en 1971. Hablamos de la emergencia del movimiento katarista, desatado después de la masacre de Epizana  y Tolata en el valle de Cochabamba en 1974. Hablamos de la primera gran movilización campesina liderada por la CSUTCB, bajo la dirección de Genaro Flores, en 1979. 


También hablamos de momentos desconstitutivos, como el correspondiente al golpe militar de 1964, que da lugar a casi 15 años de dictadura militar. Tenemos que hablar, así mismo, a propósito de los momentos desconstitutivos, de la aplicación del modelo neoliberal, es decir del ajuste estructural implementado desde 1985 hasta el 2005. 

 

Lo que vemos después como resistencias al modelo neoliberal, a la privatización de las empresas públicas y de los recursos naturales, a la venta de las empresas estatales a precio de gallina muerta, entre las privatizaciones destacamos la privatización del agua, que desata la llamada guerra del agua y defensa de la vida, son procesos de resistencias sociales, que se dan, poco a poco, sobretodo, a partir de un punto de inflexión, en ofensiva social. Lo que llamamos la movilización prolongada 2000-2005, que también puede ser considerada un momento constitutivo. Sin embargo, inmediatamente después de dos elecciones consecutivas, la del 2002 y la del 2005, donde el MAS adquiere protagonismo gubernamental, se da lugar a una mezcla de momentos constitutivos y momentos de desconstitutivos, donde los procesos desconstitutivos terminan imponiendo una tendencia diseminadora y destructiva del tejido social.

 

Lo que decimos es importante, al momento de atender la problemática de la crisis múltiple, así como la búsqueda de salidas y soluciones. Cuando una sociedad se encuentra tan demolida, tan desestructurada, tan desecha, respecto al tejido social, sobretodo a su capacidad de lucha, después de las gestiones de los gobiernos de la forma de gubernamentales clientelar, la sociedad y el país se encuentran altamente vulnerables, a merced de lo que puede ocurrir, inclusive de lo insólito.

 

Se ha dicho que en la propia crisis se encuentra la solución a la misma, en las propias condiciones de posibilidad de la crisis se encuentran las condiciones de posibilidad de salir de la crisis. Sin embargo, también hay que decir que en la propia crisis se encuentran las condiciones de posibilidad que han desatado la crisis, que en su composición también se hallan los factores que pueden prolongarla e intensificarla. Este es el problema; aquí se encuentra el dilema de cómo actuar. Las amenazas, en una coyuntura en crisis, han sido conformadas en coyunturas anteriores, por lo tanto, en todo un periodo. La crisis política actual ha sido construída por los protagonistas de la política en ese periodo. Pero no son los únicos responsables, también son responsables los que padecen la crisis. Hablando de una manera directa, diremos que también es el pueblo responsable de lo que acontece y de las consecuencias de lo que acontece. Es responsable cuando deja hacer a los gobernantes, cuando los deja conducir como han conducido el gobierno y el ejercicio de la política. Cuando se dejan arrastrar al abismo por la forma de gubernamentalidad que se trate, neopopulista o neoliberal; en el caso que nos compete se trata de la forma de gubernamentalidad clientelar. 

 

Volviendo a la reflexión teórica, podemos decir que no solamente se trata de la composición del hecho y del desenlace del hecho, sino también de la profusión de hechos dados con anterioridad. En términos resumidos, por lo tanto inexactos, aunque ilustrativos, se puede decir que se trata de la historia, de la composición y del desenlace del hecho. 

 

No es exactamente historia porque la historia es relato, en el mejor de los casos, es narración, es decir una explicación teórica basada en fuentes y en el archivo documental. Tampoco corresponde al concepto de duración de Henri Bergson, pues no es el pasado, entendido como duración, tampoco como memoria, que corresponden a otro tipo de manejo de la experiencia social. Se trata de estratificaciones de la facticidad. Lo que más se puede acercar a esta noción es la configuración pre-narrativa de la facticidad. Lo que nos interesa al respecto es: ¿Cómo se llega al hecho a partir de no sólo la secuencia sino también el entorno disperso de otras singularidades? 

 

Volviendo a lo insólito, se puede decir que es insólito a la mirada racional, a la narración establecida teóricamente, incluso a la costumbre, a lo acostumbrado, que tiene que ver con los hábitos y los habitus. Pero deja de ser insólito cuando atendemos precisamente a la composición, a lo que hemos llamado historia y entorno del hecho. Entonces, se puede, por así decirlo, descifrar el desenlace.

 

Lo acontecido el 26 de junio de 2024, en la plaza Murillo de la ciudad de La Paz, deja de ser insólito cuando atendemos a lo que decimos, a la historia, al entorno y a la composición del hecho. En ese sentido, podemos lanzar algunas hipótesis interpretativas de lo ocurrido. Una, la hemos mencionado de pasada. Tiene que ver con esta conjunción de fragmentos de tendencias en curso y, se puede decir, en concurrencia. Se trata de un nudo o una anudación de tendencias, hasta cierto punto distintas, hasta cierto punto con direcciones diferentes, pero que comparten entornos, contextos, coyunturas y sobretodo la magnitud del alcance, la extensión y la intensidad de la crisis múltiple. En otras palabras, se pueden vislumbrar conspiraciones incipientes, pero en un contexto de deterioro institucional, de crisis múltiple; sobretodo hay que destacar la crisis política, además, obviamente de la crisis económica, así como también cultural, en el sentido de la banalización cultural. Se trata de un momento donde emerge lo que hemos llamado insólito, pero que corresponde a distintos factores y facticidadades en curso. La manera que se da un hecho, que se denomina insólito, en primera instancia, corresponde, en parte, a la casualidad de encuentros, de secuencias de hechos conectados o, en su caso, de hechos dispersos. Pero está casualidad termina sintetizando distintos planos fácticos, se podría decir, de una manera causal, en sentido integral.

 

Que el desenlace ha sido insólito, además débil e incipiente, para modificar el perfil de la coyuntura, indica que la composición del desenlace todavía se encuentra en una etapa inmadura, por así decirlo de ese modo. Aunque el mejor modo de decirlo es que se trata de una situación incompleta, no acabada, en camino inicial de integrarse. Una provisionalidad en pleno sentido de la palabra.

 

De todas maneras, el hecho insólito al que nos referimos, que también lo caracterizamos como inacabado, guarda, por así decirlo, en sus entrañas las posibilidades de otros desenlaces. Guarda la posibilidad de volver a repetirse, empero en otras condiciones, en otro contexto, en otra coyuntura y quizás de manera más acabada, más desenvuelta y realizada. Ante esta situación es indispensable un análisis profundo de lo acontecido, de su composición y de sus posibilidades, precisamente para evitar los desenlaces que no se quieren. Por ejemplo, un golpe de Estado o algo parecido al golpe de Estado. Un golpe de una cúpula militar, apoyado  o no por una coalición civil. Esta posibilidad la mencionó, como intención, uno de los generales en la clandestinidad, que declaró en una entrevista mediática. 

 

En coyunturas de crisis, sobre todo cuando se dan de manera múltiple, expansiva e intensificada, aparecen los monstruos y las monstruosidades, los anacronismos, los sucesos barrocos, que hacen emerger desde lo profundo las miserias humanas, los anacronismos de las estructuras de poder pasadas, que se actualizan como venganza en la ironía de la historia.

 

También se puede hablar de conspiraciones gubernamentales, donde es el gobierno el que confabula, que su enfrentamiento con la oposición, los enemigos dados o inventados. Estas conspiraciones no son determinantes en la configuración de los hechos, salvo en determinados casos donde los aparatos y prácticas gubernamentales adquieren una connotación estratégica táctica de impacto. 

 

Las conspiraciones tienen que ver con voluntades asociadas, con el objeto de lograr cambios, modificaciones o trastocamientos en un orden dado institucional, en una estructura de poder o en una forma de gobierno. El término conspiración viene de latín con spirare, que significa respirar con. Implica compartir un acuerdo prioritario entre los implicados. Más o menos se trata de un espíritu de cuerpo, incluso, ampliando indebidamente el sentido, de un acuerdo intelectual, así como de un apego sentimental. El término conspiración se aproxima al de conjuración y confabulación, aunque no son del todo equivalentes. Lo que importa en este caso es el secreto.

 

Recordando lo que dijimos antes a propósito, en otros ensayos, respecto a las teorías de la conspiración, donde establecimos que es innegable que hay conspiraciones pero las mismas no explican lo que ocurre, puesto que las conspiraciones no controlan todas las variables en juego en la realidad efectiva, sinónimo de complejidad, en pocas palabras no controlan la complejidad del acontecimiento. Desde este punto de vista las conspiraciones son un factor más en la composición de los hechos pero no explican los hechos mismos.

 

Volviendo a la asonada militar insólita del 26 de junio, no se niega que hubieron conspiraciones tanto en contra como a favor del ejercicio de poder del gobierno, pero esas conspiraciones no explican lo ocurrido. Para tal efecto es menester abrirse a la composición de los hechos, a la historia y al entorno de los hechos, así como al campo de posibilidades de sus desenlaces.

 

La asonada militar insólita se da lugar en un contexto abrumador de decadencia política, de corrosión institucional, incluso de desmantelamiento institucional, y de corrupciones galopantes. Es decir, de crisis múltiple de la forma de gubernamentalidad clientelar. Éste es el sustrato del hecho acontecido, que hemos denominado, en principio, provisionalmente, insólito. Sin embargo, en la medida que nos abrimos a la composición de los hechos, a su historia y a su entorno, lo insólito adquiere la connotación de lo causado, mejor dicho, de lo ocasionado, en un campo de posibilidades fértil para que ocurra algo parecido. En otras palabras, la síntesis catastrófica de la crisis. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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