Festejo en agonía crepuscular

 Festejo en agonía crepuscular 

 

Sebastiano Mónada






 

 


En pleno naufragio hacen fiesta en el barco, 

se hunde despidiéndose para siempre de las olas, 

en su furia elevadas hasta atrapar las nubes, 

cayendo demoledora sobre la cáscara de hierro.

Nave océanica aullando como lobo atormentado por la luna, 

convertida en nuez perdida en la tormenta.

 

En pleno terremoto invitan a la feria en la ciudad contaminada.

Entierra edificaciones en el subsuelo abierto, 

bocas hambrientas de gigantescas serpientes agitadas, 

tragándose a la metrópoli, obesa, insaciable, 

consumista hasta la degradación grotesca. 

Compulsivos bacanales romanos.

 

En pleno funeral invitan a un bautizo brujo

del cadáver pestilente, 

en el ataúd mudo dormido tristemente.

Madera fúnebre de las barracas antiguas,

barnizado por el recuerdo de fantasmas 

que merodean silenciosos el velorio.

Rezando ante el cuerpo presente y alma ausente. 

Viajero mudo desplazándose  en el espacio-tiempo oscuro

del olvido ahogado de la memoria.

 

En plena estrepitosa caída al abismo 

invitan al regocijo por el ascenso tumultuoso 

de la fraternidad de machos cabríos.

Se miran orgullosos al espejo, 

ajado por el uso descomedido 

de enjambres de mariposas. 

Saliendo de sus crisálidas en invierno, 

creyendo asistir a la consagración de la primavera. 

 

En plena decadencia la casta política gobernante

invita a la conmemoración de una revolución muerta, 

esmeradamente mantenida como momia. 

Mientras simule vida el cadáver putrefacto, 

envuelto en vendas envejecidas por el viento solar, 

el entorno crepuscular y la masa dramática de eunucos,

seguirá gozando a su antojo de los privilegios 

de los eternos sátrapas, entorno cruel del déspota.

 

 

 

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