Dilema existencial

 

Dilema existencial

 

Sebastiano Mónada

 

 



 


¿Qué somos si pasamos raudamente?

¿Flechas de guerreros nómadas o cazadores furtivos?

Quizás tan solo migrantes fugitivos,

huyendo del horror barroco de gobernantes

enamorados de sí mismos, espejo óseo,

quietud de calcio, silencio atrapado en el caparazón

del caracol perdido en la ruta lerda del laberinto,

rocas volcánicas escondidas en la bruma.

 

No somos las imágenes en el espejo roto,

tampoco el recuerdo de fotografías familiares,

desteñidas por la lengua del tiempo;

ni el orgullo de trofeos y medallas doradas,

ni los rumores de sobremesa,

que enorgullecen o entristecen al alma pretensiosa.

Quizás seamos las huellas de memoria sensible,

indescifrable escritura guardada en las cavernas,

plasmada en rocas desnudas, piel expuesta,

y ocultas como secretos escondidos

a la mirada arqueológica de la ciencia.

Quizás el fugitivo presente, fluido incontenible,

que no se detiene nunca, permanente viaje

a la voracidad hambrienta de singularidad oscura.

 

¿Acaso importa saber?

¿Qué se gana con el conocimiento?

¿Salir de la noche de la ignorancia?

¿Comprender la relatividad del entendimiento?

El tránsito efímero humano borra sus huellas

al momento de hendirlas en los espesores tejidos,

fuerzas fundamentales del universo de la nada.

 

¿Qué es lo que importa?

¿El conocimiento que queda anacrónico,

rezagado como Aquiles de Zenón de Elea,

¿O la plenitud vivida en la eternidad del instante?

¿Cómo llegar a la abundancia existencial

sin el conocimiento previo?

¿Se puede acaso?

La condición humana se mueve celosa

entre el rezago constante, repetido,

y la inmediata consagración de los sentidos.

Placer, memoria del goce, deseo, añoranza.

Consciencia de la pérdida, rebelión solitaria,

construcción de ilusiones, horizontes inventados,

para no morir de angustia ni ahogarse en depresión.

Salvarse en los sueños en pleno naufragio planetario.

 

Ilusos los que se invisten de patriarcas;

crepuscular aposento de los déspotas,

desesperados payasos del circo estridente

y del espectáculo sin gloria de la propagación

inútil de la repetición viciosa simulada.

Teatro cruel de la dominación forzada

de maniáticos perfiles de frustrados,

soberanos reelegibles interminablemente,

ateridos como plagas cristalizadas en los huesos.

 

La respuesta aprendida en milenios,

sale a flote en el umbral de las moradas,

en la intuición de la piel, presintiendo presencias,

invisibles a la mirada, percibidas por el cuerpo mágico

y extraño narrador de mitos.

Humildad sabia sorprendida ante el acontecimiento

proliferante de las partículas infinitesimales,

asociadas en composiciones polifónicas,

armonías lúdicas, danza de ondas juguetonas.

Descubre la bondad bélica entre azar y necesidad.

Amantes enardecidos en el derroche erótico,

sacrificio gratuito del acto heroico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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