La salida de la encrucijada


La salida de la encrucijada

Sebastiano Mónada












¿Dónde se encuentra el secreto de los decursos del acontecimiento?
Médula de los frutos y núcleo de los átomos compositores.
¿En qué lugar recóndito del cuerpo atormentado?
Oasis en el desierto, refugio de nómadas itinerantes.
¿En qué decisión dada la presión de las circunstancias?
Jugada de dados desafiando a los reclamos de la necesidad.
¿En qué duda comienza?
Aprendizaje de niño travieso.
¿Cuándo se inicia el recorrido de otro camino?
Recorridos de huellas de pezuñas en el bosque,
saliendo de la encrucijada.

Nadie sabe como se llega hasta aquí,
desde cuándo y por qué camino olvidado,
al momento del enfrentamiento.
Choque de serpientes aladas o de constelaciones,
cuando la vida se expresa en el desafío a la muerte,
cuando el cuerpo se expone no a preguntas,
sino a su vulnerable condición humana.

¿Es el amor al prójimo?
Aventurada concesión a lo desconocido.
¿Es el desamor a uno mismo?
Gasto heroico y donación irremediable.
La indiferencia llevada al extremo,
llegando a la  total entrega.

¿Es la casualidad del momento intenso, donde las preguntas
se responden con las acciones plenas?
Espontaneidad lúdica de la danza.
¿Es la fe en el porvenir entregado a la providencia exigente?
Divinidad perdida en la trama de sus tejidos.
¿Es la inocencia del afecto y la renuncia a todo?
Derroche corporal y desborde de pasiones.
La apuesta militante por el Otro.

¿Acaso la razón pueda esclarecer este panorama perturbado?
Iluminismo irradiante escrutando en las cavernas.
Lo que se esconde a la mirada del sol.
Es en la acción donde se juegan las respuestas,
es en el espesor de las sensaciones donde se encuentran
los desenlaces de las tramas.

No hay certeza ni verdad sino realización lúdica de afecto.
Cualquiera haya sido el desenlace.
Importa más el contenido de la trama,
su tejido y composiciones deslumbrantes.
Importa el gasto heroico y el sacrificio del cuerpo.
La entrega sin retorno de la vida,
el dar sin límites lo que se tiene
y lo que no se posee.

Los decursos que se trazan en la inscripción de trayectorias.
Huellas hendidas en el espesor de los territorios.
Son marcas sorprendentes e improvisadas,
dibujadas por la voluntad que quiere vencer a la necesidad.

Al final te encuentras con tus recuerdos otoñales,
huellas ocultas debajo la hojarasca,
en el atardecer de tu historia singular.
Celaje despidiéndose de las ciudades adormecidas.
Lees en la penumbra, que deja tu sombra,
la escritura indescifrable del acontecer,
mientras te abandonas al olvido del desaparecer.





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