Anarquismo y marxismo: cada vez más distantes - 1

El Libertario: Anarquismo y movimientos sociales autónomos


Anarquismo y marxismo: cada vez más distantes - 1




Humberto Decarli


La diferencia del pensamiento ácrata con respecto al marxismo es abismal. Empero, existen muchos sectores libertarios arrastrando una suerte de sentimiento de culpa frente a las posiciones derivadas del pensador de Tréveris. Se trata de aproximaciones motivadas por esa tradición izquierdosa y contestataria que pretende envolver al ámbito revolucionario bajo condiciones de una solidaridad automática.

El solapamiento aparente deviene del origen único desde el movimiento obrero de la Europa decimonónica que de todas maneras hubo de terminar en ruptura y desde entonces, mucha agua ha corrido porque el orbe cada vez es más complejo y cambia por razones históricas. No puede haber una ontología dado los contextos dialécticos en los cuales transitan las sociedades.

En los próximos párrafos vamos a analizar las múltiples diferencias entre los diversos aspectos enfocados de manera distinta entre ambas posiciones ideológicas,


EL CORDÒN UMBILICAL DE LA PRIMERA INTERNACIONAL

El marxismo y el anarquismo militaban juntos en la Primera Internacional pero luego de las ópticas distintas se produjo la ruptura indefectible por las posiciones libertarias y autoritarias para cambiar la sociedad. Se fraccionó esa asociación de trabajadores y cada bando tomó rumbo distinto.

La Comuna de París y los acontecimientos del Primero de Mayo de 1886 en la fábrica Mc Cormick y la Plaza Haymarket de la ciudad de Chicago fueron protagonizados por ácratas y a pesar de culminar en derrotas dejaron una impronta indeleble en el universo social de las naciones.Sin embargo, el marxismo agregándole el apellido leninista fue exitoso cuando la revolución bolchevique porque se produjo la toma del poder por un grupo de profesionales de la política asumiendo una dictadura bajo el cognomento del proletariado. Este era un eufemismo para designar un cartabón autocrático donde un partido, un ejército, un politburó y un líder, detentaron el poder de manera absoluta sin dejar la posibilidad de tolerancia.

El bolchevismo luego despachó a todos sus acompañantes, como los socialistas revolucionarios y mencheviques e igual hizo con los anarquistas, a quienes persiguió implacablemente en Ucrania y reprimió inmisericordemente al alzamiento de los marinos de Krostandt.

El pacto Molotov-Von Ribbentrop permitió a los soviéticos soportar la grave crisis acumulada en Europa porque luego del Tratado de Versalles y el fracaso socialdemócrata en la República de Weimar causado por la hiperinflación, el nacionalsocialismo tenía el terreno abonado para su irrupción, lo cual aconteció.

Se produjo la Segunda Guerra Mundial y a su término la Unión Soviética emergió como uno de los grandes vencedores. En tal condición creó todo una alianza de partidos y países bajo la égida de Stalin y Moscú. El ejército rojo liberó al centro-este europeo y dejó en cada nación una república popular bajo protectorado moscovita. Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania y Alemania Oriental, fueron sus acompañantes en el viejo continente y se nuclearon en una asociación económica, el CAME o COMECON, y una militar, el Pacto de Varsovia.

Curiosamente, Albania y Yugoslavia, quienes se liberaron motu proprio,  rompieron la dependencia soviética y fueron comunistas autónomos. La China de Mao ganó la guerra civil a los nacionalistas y los expulsó a la isla de Formosa, pero fue una iniciativa autóctona también.

Ulteriormente el imperio soviético se expandió por el mundo: en Asia por Camboya, Laos y Vietnam, Corea del Norte, Mongolia, Yemen y Afganistán; Cuba junto a Nicaragua y Grenada en América Latina y el Caribe; y en África con Etiopía, Congo Brazzaville, Angola, Mozambique, Guinea Bisseau y Cabo Verde, Burkina Faso y Benin. También tuvo una influencia relevante en el Movimiento de los No Alineados, con quienes coincidía en muchos aspectos contra occidente.       

Muchos líderes y naciones terceristas en la pugna Este-oeste, como Ahmed Ben Bella y Boumedienne en Argelia, Jawaharlar Nerhu en la India, Nkwame Krumah en Ghana, Modibo Keita en Malì, Sekou Toure en Guinea-Conakry, Gamal Abdel Nasser en Egipto, Muammar Gadafi en Libia, Hafez el Asad en Siria, Said Barre en Somalia, Julius Nyerere en Tanzania y Achmed Sukarno en Indonesia, coquetearon con los soviéticos durante el período de la descolonización y la guerra fría.

Comentario aparte merece el apoyo a ciertos movimientos ineficaces pero luchadores, como el Congo de Antonie Gizenga, Chistophe Benye, Pierre Mulele y Gastón Sumaliot, herederos de Lumumba; Salvador Allende y la Unidad Popular en Chile, la insurgencia griega al finalizar la segunda guerra, la experiencia fallida de Jacobo Arbenz en Guatemala y las guerrillas de América Latina,.

No obstante, el bando socialista mostraba ciertas fisuras. Además de sofocar las insurrecciones en la República Democrática Alemana en el 54, Hungría en el 56 y Checoslovaquia en el 68, las tuvo bien complicadas con la resistencia obrera en Polonia. El derrocamiento de Allende, la derrota electoral del sandinismo, la invasión a Grenada y el colapso económico del Este, dio como resultado el derrumbe de la economía soviética y dio paso a la Perestroika y el Glasnost dirigido por Gorbachov. Esta iniciativa no era más que la adecuación a la caída de la economía, consecuencia de no haber entrado en el ámbito del conocimiento, la inteligencia y las industrias del futuro, a una supervivencia a la postre no alcanzada.

El anarquismo, en cambio, parecía desaparecer de la escena ideológica mundial. Salvo la guerra española y la revolución mejicana, no hubo resurrección. En el caso hispánico tuvo que guerrear no solo contra el falangismo sino contra el partido comunista, quien actuaba como un apéndice de la política de Moscú, y la presencia soviética, a quien enfrentó, junto a los trotskistas del P.O.U.M., en múltiples oportunidades, que además estaba presente en el teatro de operaciones significado en la península ibérica.De todos modos, más adelante en esta exposición, detallaremos cómo el pensamiento y la acción libertarios están resurgiendo luego de la frustración generada por la caída del Muro de Berlín, la cual dejó en orfandad a toda la izquierda en general.

EL ECONOMICISMO VERSUS LA BÙSQUEDA DE LA LIBERTAD.

El marxismo fundamenta su visión del mundo en los factores económicos. Su enfoque expresa la existencia de revolución cuando las fuerzas productivas desbordan el modo de producción generándose un desequilibrio para producir la transformación. El método para estudiarlo es el materialismo histórico aplicable a cada experiencia en particular.

Asimismo, Karl Marx sostuvo la tesis de la lucha de clases como motor de la historia. Siempre habrá una clase en contradicción con otra o las demás de una sociedad y de allí la historia se ajustará para reivindicar al ser humano. Adicionalmente, la sociedad está regida por una infraestructura, la económica de acuerdo al modo de producción, las relaciones de producción y el tipo de propiedad. Esta suerte de ser social determina la consciencia social y frente a esta base material emerge la superestructura ideológica (la religión, el derecho, la cultura, etc.). Supuestamente al cambiar el sustrato obviamente se transformaría el epifenómeno cultural.

El anarquismo no entiende a la sociedad como una estructura derivada de la producción de bienes y servicios sino como un enjambre de factores donde el poder es el eje esencial para establecer la dominación y corresponde su destrucción para alcanzar la liberación de los hombres y las mujeres. No se puede obviar que el Estado es anterior al capital.

Adicionalmente emprende un respeto y rescate del ambiente (incluyendo la alianza contra los daños causados a los animales no humanos), de las luchas femeninas y de la sexualidad alternativa, contra el racismo y demás aberraciones del capitalismo mundial.     
EL AMBIENTE

Ante una situación tan grave padecida por el planeta consecuencia de una forma errónea de desarrollismo, tanto el marxismo como el anarquismo difieren radicalmente.

Fue famosa aquella declaración de Lenin acerca del socialismo: es la electricidad más los soviets. Esta expresión dibuja perfectamente la visión conceptual del marxismo. Es una postura sumamente positivista porque entiende al desarrollo económico como una excesiva producción de bienes y servicios y nada más, distribuida por el Estado a las diferentes clases sociales.

Para nada importa el espacio físico implicado en una actividad muy rentable porque lo perseguido es la obtención de mayores beneficios sin asumir los daños causados a la Tierra. Es una conducta propia de la epistemología decimonónica cuando el auge de la ciencia eclipsó otras consideraciones necesarias para dirigirnos al progreso. Nada tiene que ver con la postura contemporánea manifestada en la ruptura de la causalidad, la apreciación de la entropía y la neguentropìa, la incertidumbre, la fractalidad y la hipótesis Gaia.

La aplicación de esta concepción economicista ha producido gravísimos daños al ambiente, como el del Mar de Aral en la antigua Unión Soviética, destruido por los desechos químicos depositados, o de la represa de las Tres Gargantas en China, con un ingente ecocidio.

El pensamiento ácrata, representado fundamentalmente en el anarquismo verde, preconiza el respeto profundo hacia el ambiente como finalidad humana y de negación de la dicotomía cultura-naturaleza, estimulada desde la postura platónica del mundo de las ideas o topus urano, sublime, y el de la fenomenología, secundario.

Así comprendido el área natural no necesariamente entra en contradicción con lo creado por la sociedad sino en una relación armónica complementaria, un ying y yang y no la tesis o antítesis de la dialéctica hegeliana y marxista. Si existen intereses encontrados entre la necesidad de recursos y el daño ambiental, es impretermitible la conservación del planeta como una entidad valorativa suprema.    

LA POLÌTICA Y EL PARTIDO

La actividad marxista en la acción busca la toma del poder para desde allí y a través del Estado, aplicar el programa revolucionario. Pero implica la asunción total del poder sin permitir otra participación que no fuera la de una vanguardia organizada del proletariado.

Para obtener tal fin es menester una organización política vertical, donde los organismos inferiores se someten a los superiores como lo asevera la tesis del centralismo democrático. Carece del mínimo democratismo porque la lógica es la decisión arriba y la ejecución abajo, idéntica a la disciplina castrense. Aparte, se valora al aparato como una entidad donde se reúne una vanguardia de la clase obrera iluminada apta para alcanzar el poder y ejercerlo absolutamente.

La conducta libertaria es distinta y distante. No niega el requerimiento de una organización para un cambio social pero no la coloca como el alfa y la omega de toda actividad. No es un partido de personas dedicada a la militancia las veinticuatro horas sino que son personas con liderazgo en los lugares donde active y sean representativos de esos sectores. Los núcleos son autónomos y se unifican en la praxis mediante un proceso federativo absolutamente voluntario.

El activismo social se estima por encima del político reivindicándose las redes en forma de rizomas y apuntar hacia la dilución del poder. No tomarlo sino destruirlo en todas sus manifestaciones, sea el Estado, ora los medios de difusión de masas, ora toda su microfísica manifestada en instancias cotidianas como la escuela, el cuartel, la penitenciaría, el hospital, etc. Grupos de afinidad se organizan para debatir, luchar, realizar acciones directas y la propaganda para expandir las proposiciones libertarias.      
UNA GUÌA PARA LA ACCIÒN

El catecismo marxista plantea su cuerpo teórico como una guía para la acción. Es una estructura ideológica para ser llevada a efecto en la sociedad, son ideas preconcebidas para ser digerida por la clase obrera, campesina y la gente en general. Es un producto acabado para ser aplicado y experimentado por la sociedad, es la relación entre creación y ejecución, como la mentalidad castrense.

El anarquismo no es una idea terminada sino que se nutre de la práctica social interactuando con ella sin imposición alguna. Hay una influencia de la realidad de la cual infiere elementos que a su vez inciden en los hechos. No hay una ley de causalidad donde a una causa motiva un efecto como sostuvo el positivismo decimonónico sino que la causa puede generar una secuela pero ésta a su vez puede influenciar en aquélla.

LA CLASE OBRERA

La posibilidad de transformación social la radica el marxismo en una clase, la obrera. Lo hace pensando en la necesidad de continuar, a su juicio, la historia de la humanidad a través de las clases sociales y su confrontación. Así, los estamentos dominantes vienen desde los esclavistas reemplazados por los señores feudales, seguidos por la burguesía emanada de las distintas revoluciones burguesas y el proletariado como insurgencia dentro del capitalismo.

Los sindicatos fueron el elemento organizativo reformista permitido por el poder formando parte de su legalidad, ulterior a su dinámica inicial no oficial. Pero la lucha por las reivindicaciones salariales, la huelga, conquistas sociales, etc., era visto como una limitante para los trabajadores y era necesario acudir a la forma suprema como era la toma del poder, organizándose para ello en un partido político, el comunista, y desde el control del Estado aplicar el programa estipulado.

Las experiencias socialistas demostraron que indefectiblemente el partido se adueñaba del poder y los sindicatos no oficiales o independientes, eran prohibidos y perseguidos. El Estado era el propietario de la clase porque partían de la premisa de su representación. Siendo un ente socialista, a fortiori, no había necesidad de organización obrera alguna, era prescindible.

En el anarquismo hay posturas que aceptan a la clase trabajadora como centro de la metamorfosis. El anarco sindicalismo lo admite y lucha desde el ámbito organizacional de los obreros. Asimismo, otras tendencias lo sostienen y piensan en la necesidad de esta clase como vía adecuada.

En general, las posturas ácratas son críticas y no creen en una clase como fundamento de un cambio. Ya desde la Escuela de Frankfurt se cuestionaba la naturaleza transformadora de los obreros porque lo consideraban como parte del sistema capitalista.

La dinámica del pos capitalismo es limitadora de los puestos de trabajo. No era el ejército de reserva descrito por Marx, rotativo entre el establecimiento industrial. Ahora esas personas no pierden su lugar de labor, simplemente son expulsadas del aparato económico y solo les queda incorporarse a la economía informal. El texto de Jeremy Rifkin,El fin del Trabajo, es denotativo al respecto y las cifras dadas por la automatización indican que en un futuro próximo la reducción de los trabajadores será un hecho.

Finlandia ha decidido dar una renta básica universal a 2.000 personas durante los próximos dos años por las secuelas de la robótica causante de desempleo. Una economía avanzada tiene pocos trabajadores por la tecnología empleada para producir e incluso alcanza al sector servicios. La microelectrónica, la robótica, la biotecnología y otras expresiones de las industrias del futuro, contribuyen a la prescindencia del factor trabajo y de paso los procedimientos de reingeniería lo apuntalan. Está en boga el emprendimiento, entendido como un dispositivo de producción e intermediación individual sin pasivos laborales.

Ante ese aciago panorama muchos sindicatos han tenido que conciliar con el capital para no perderlo todo y reducir el paro. Para ese logro aceptan reducir conquistas sociales alcanzadas desde el Welfare State en la post guerra. De esa manera apreciamos cómo la clase obrera está imbuida en el capitalismo.   

Si acaso existen actores de la transformación, serían varios porque los nuevos retos de la realidad actual lo señalan. Para luchar por las aspiraciones contemporáneas no se necesitan obreros sino personas con ansias de libertad para enfrentar al racismo, la homofobia, la discriminación de la sexualidad alternativa, el machismo, la igualdad de género, la defensa de los animales no humanos, las injusticias sociales, la destrucción ambiental y por sobre todo, al poder en todas sus variantes.     

EL ESTADO Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO

Aparentemente hay una coincidencia entre ambos cuerpos teóricos porque los dos propugnan la desaparición del Estado. Nada más incierto dada la realidad otorgante de un mentís a esa premisa. Ciertamente la tesis marxista nos habla del empleo del Estado como vector para el cambio social y desde él proceder a su desmembramiento y eventual extinción. Esa transitoriedad pasa por la llamada dictadura del proletariado, la instauración del socialismo y la llegada del mundo maravilloso con el comunismo.

El anarquismo desde un primer momento ha sostenido el requerimiento de la destrucción del Estado y los demás instrumento defensores de las relaciones de poder, como el lenguaje, la educación, los medios, las prácticas sociales, el orden simbólico y la subjetividad. Es un proceso al cual hay que apuntar sin tardanza.

El leninismo ha logrado tomar el poder en muchas naciones y la realidad nos enseña que el Estado se ha fortalecido al igual que los dispositivos de coercibilidad, coacción (los militares, la policía y el derecho) y los intangibles como la creación de una conciencia de conformidad con el statu quo. Aparte, el Estado se ha vuelto omnímodo e incontrolable formando una estructura monstruosa violadora de los derechos humanos, sociales, laborales, políticos y demás derechos subjetivos existentes.

Stalin no fue un accidente histórico en la Unión Soviética, como tampoco lo fue Mao en China, Fidel Castro en Cuba o los Kim en Norcorea, sino consecuencia obvia de una formación autoritaria y antihumana. Fatalmente la dictadura del proletariado ha sido una categoría política totalitaria, con un Estado policial, la militarización de la sociedad y la negación del más elemental principio de participación de la gente en la toma de decisiones. Gobiernan a través del miedo, del terror y la idea de no haber otra forma de organización social que la presentada por estos estatistas.

El pensamiento libertario pregona la destrucción del Estado y demás vehículos de control de la manera más inmediata posible y probable. Para el alcance de tal cometido hay una herramienta representante de un verdadero auxilio, la tecnología y las ciencias de la complejidad. La propuesta de democracia directa, autogobierno y federalización no es una quimera, hoy más que nunca significa algo tangible. Las consultas populares se pueden hacer permanentemente a través de internet o las redes sociales, por ejemplo, ya no es menester efectuar asambleas permanentemente. En Estonia, por ejemplo, se vota a través de internet.  

El poder significa sumisión, corrupción, idiotización de los seres humanos, la disciplina y el control de la gente y siempre sus resultados serán iguales. Es una estructura engullidora de sus administradores independientemente de su voluntad. 

LOS INTELECTUALES Y LAS ARTES

Fidel Castro, en su famosa Carta a los intelectuales, advertía claramente su visión sobre quienes actúan con el pensamiento. Con la revolución todo, contra la revolución nada, decía en forma conclusiva. Con esta expresión se establecía un paradigma sobre quienes no ejerzan el trabajo manual.

El leninismo siempre consideró a los intelectuales como unos pequeños burgueses, primero porque no eran obreros, segundo, porque estaban imbuidos por los valores de la clase media y en consecuencia estaban descalificados para materializar la revolución. A todo evento, eran unos aliados siempre y cuando ejecutaran y defendieran la postura comunista oficial.

El gobierno bolchevique persiguió a los artistas plásticos por sus ideas. En efecto, los artistas participantes en la revolución de octubre quisieron poner en práctica unos hábitos distintos a la cultura burguesa. Llevaron el arte a la calle prescindiendo conceptualmente del museo y desarrollaron el abstraccionismo a través de sus corrientes como el suprematismo y el rayonismo. Kashmir Malevich, Vasili Kandinsky, Antoine Pevner, Naum Gabo, Olga Popova, Olga Rozanova y Vladimir Tatlin, eran entre muchos, quienes encabezaban esta furia renovadora.

Pues bien, en la medida que avanzó el proceso autoritario comenzó la liquidación de estos creadores realmente fundadores del arte contemporáneo. Se les señaló de idealistas porque acudían a la idea abstracta rechazando el figurativismo y contrariando el principio de ser cultores de la realidad. Además, se les impuso un arte oficial, el realismo socialista, suerte de vulgarización de la estética.

El resultado de ese proceso represivo fue el mutis de muchos pintores y escultores y el sometimiento de otros. Vladimir Tatlin sucumbió ante el Estado y se adecuó al establecimiento llegando a argumentar la inutilidad del arte y la vigencia solo de la artesanía y por supuesto, su apoyo al infame realismo socialista.

Son conocidas las persecuciones del socialismo autoritario a los pensadores. El caso de Georg Luckacs es palmario. Fue ministro de educación en el efímero gobierno de Bella Kum en la Hungría de 1919 y después fue un marxista disidente hasta el año de 1956 cuando las tropas soviéticas invadieron el país magyar y retenido en Moscú por su militancia a favor del gobierno de Imre Nagy, abjuró de sus posiciones terminando como ortodoxo.

Boris Pasternak fue censurado en la nación imperial del este porque su obra El doctor Zhivago era asombrosamente pornográfica y Alexander Solzhenitsyn fue desterrado a un gulag por su postura crítica al igual que el físico Andrèi Sajàrov. En Cuba se conoció el affaire del poeta Heriberto Padilla así como el de Reynaldo Arenas, por iconoclasta y homosexual, respectivamente, y a Carlos Franqui, intelectual de izquierda. Todos fueron lanzados al ostracismo.

El poeta venezolano Alì Lameda fue encarcelado, sin juicio, por más de siete años en Corea del Norte debido a una opinión. Paradójicamente, el establecimiento de relaciones diplomáticas con Pyongyang fue la única forma de lograr su libertad. Egresó de la prisión en condiciones de salud precarias por desnutrición y una gran depresión.

Se especula que la muerte del premio Nobel de Literatura Albert Camus fue producto de un atentado de la KGB, lo cual no es descabellado por sus denuncias contra el arrollamiento a Hungría y su actitud de enfrentamiento al estalinismo.  

La anterior enumeración de casos de censura y autocensura es realmente enunciativa porque un modelo político basado en la coercibilidad termina siempre atentando contra quienes piensan y asumen una posición de dignidad. Demás está decir que muchos intelectuales apoyaron al autoritarismo como Pablo Neruda con su recordado poema a Stalin, Gabriel García Màrquez quien silenció cualquier observación a Cuba, Saramago, quien solo al final de su vida rompió con este modelo opresivo.

Al inicio, el boom emocional de la revolución cubana fue un imán para los artistas y escritores pero el tiempo se encargó de aclarar el panorama de los barbudos, tan opresivo como cualquier dictadura. Este fenómeno también se cumplió en Europa inmediato a la toma del Palacio de Invierno pero luego del fin de la segunda guerra el camino se fue decantando y fueron conocidas las aberraciones del comunismo.

La óptica ácrata sobre la intelligentzia es diametralmente opuesta. Se basa en el respeto a la libertad, la creación fluida, la disidencia y la crítica. No es un segmento social al servicio del Estado ni del poder, ni a la empresa privada ni a cualquier forma de dominación. Se promueve la libre escogencia de asuntos y de opinión. Sin esa orientación no hay anarquismo.

El intelectual y el artista no son vistos como estereotipos tales como denostarlos como miembros de la pequeña burguesía, odiados trabajadores del pensamiento y no de la labor material. Siempre será un maravilloso acompañante en la dirección de cambio y transformación de la sociedad, haciendo abstracción de su posición y selección. Ninguna fuente de dominación puede limitarlos sino deben  desarrollar su desapego a los mecanismos de sumisión. Pueden llegar a ser la voz en off estimulando la discusión, la polémica y el diálogo, nunca la imposición.

Muchos intelectuales y corrientes de narradores, poetas, ensayistas, filósofos, semióticos, artistas plásticos y trabajadores del pensamiento, se han definido como libertarios y otros sin hacerlo se han comportado como tales. Es un atractivo en la actualidad considerarse anarquista por ser una opción distinta dentro de una izquierda corrompida y huérfanas de ideas.

Desde los ideólogos del anarquismo clásico, como Pierre Proudhom, Kropotkin y Bakunin hasta los actuales como Saúl Newman y Tomás Ibáñez, se han manifestado como parte de una posición de cambio profundo. Pietr Kropotkin fue un innovador con su tesis de la colaboración de las especies frente a la idea darwiniana tradicional de la supervivencia de los más fuertes. Es una iniciativa de la nueva epistemología, contraria a las verdades consagradas, el rechazo al movimiento de las agujas del reloj y los engranajes símbolos de la revolución industrial.

Las ideas sorprendentes de un Ricardo Flores Mogón capaz de romper con el liberalismo y abrazar la acracia, fue una senda distinta dentro de la revolución mejicana que lamentablemente fue derrotada. Ofreció un programa diferente al existente en un país que venía de la noche oscura del porfiriato y practicó el internacionalismo al aliarse con los Wobblies americanos en la efímera Comuna de Tijuana. Igualmente son interesantes las concepciones puestas en práctica en Aragón durante la guerra española, donde se organizó un régimen de asambleas y una distribución equitativa laboral y de riquezas.

Sobre la historia, basta señalar al libro de Volin denominado La revolución desconocidadonde descarnadamente desnuda el experimento bolchevique en la U.R.S.S.; y Paul Avrich, en un soberbio análisis sobre Kronstandt, su insurrección y la represión despiadada de León Trotsky y Zinoviev.

Los artistas plásticos, como Courbet y Pisarro fueron nítidamente anarquistas, el creador contemporáneo británico Banksy con su práctica informal y de calle está impregnado del espíritu de la libertad. En el cine existen muchas expresiones de la acracia. V de Vendetta, Libertaria de Vicente Aranda, Tierra y Libertad dirigido por Ken Loach con el guión basado en Homenaje a Catalunya, La Batalla de Seattle de Steward Towsen, Farenheit de Ray Bradbury, Un Mundo feliz de Aldous Huxley, 1984 de Orwell, la Patagonia Rebelde de Oswaldo Bayer y tantos otros filmes que escapan a la memoria.

En el teatro Henry Ibsen evidenció ser un verdadero libertario además del Living Teathre con Julius Beck y Judith Malina. En poesía León Felipe, Lord Byron y William Blake, en Filosofía Federico Nietche, en narrativa Oscar Wilde, Frank Kafka, León Tolstoi y Albert Camus. El excelente crítico Herbert Reed es el intelectual anarquista por antonomasia y el anarcopunk en la música se estremece con Chumbawamba.   

Las conclusiones ideológicas de la Escuela de Frankfurt son relevantes no obstante provenir de un marxismo en sincretismo con el psicoanálisis. Apuestan a la libertad de ampliar la visión limitada de los seguidores del pensador de Tréveris, circunscritas a las ergástulas del catecismo economicista. A pesar de no ser libertarias enfocan acertadamente lo del sujeto histórico de la transformación y en apreciar a la clase obrera como integrada al capitalismo.

Mención especial tienen los teóricos del consejismo en Europa. Este sector marxista entendió el fraude bolchevique. Los soviets fueron preteridos cuando se concentró el poder en el partido comunista y ello fue estimado por ciertos pensadores quienes pusieron el énfasis en los consejos de obreros como ejes de la sociedad y no en el aparato, el ejército y el líder como lo demostraron los comunistas. Dentro de esta corriente encontramos al connotado astrónomo holandés Anton Pannekoek, a los alemanes Otto Rulhe y Karl Korch y al americano Paul Mattick.

El valor de estos militantes fue la comprensión del desvío leninista proponiendo una salida no convencional como fueron los consejos obreros, quienes de alguna manera son alternos al estalinismo pero incurren en el obrerismo como sede de su propuesta. Pero se dieron cuenta del terror comunista y pensaron en una vía colateral y no vertical.

El ideal de la Bauhaus dirigida por Walter Gropius y la estética libertaria hay que tomarlos en cuenta a la hora de identificar a quienes en este segmento se empeñan en mostrar ideales de libertad. Igualmente con el surrealismo, cuyo máximo ideólogo fue André Bretón no obstante su afiliación trotskista demostrada en la Internacional de los artistas celebrada en ciudad de México organizado por León Trotsky y con asistencia de muchos artistas de esa tendencia. Pero no se debe descartar su espíritu libertario. Del movimiento Dada su promotor Tristan Tzara terminó en el marxismo al igual que el surrealista Louis Aragón. George Orwell fue trotskista pero se aproximó mucho al anarquismo en su praxis como miliciano en la guerra española y cuando escribió Homenaje a Catalunya en esa época y sus novelas libertarias 1984 y Rebelión en la granja.

Aldous Huxley también es libertario confeso y el escritor argentino Ernesto Sábato en su libro Antes del fin, advierte que terminando su vida veía en los anarquista los seres de mayor bondad y suscribía la tesis ácrata. Había sido marxista hasta que tuvo oportunidad de sentir y conocer la realidad de la Alemania Oriental.     

Debemos hacer notar que el movimiento Beatnik, surgido en los Estados Unidos en la décadas de los años cincuenta, fue una reacción plenamente justificada frente al ideal delAmerican way of life, consumista, derrochador y de mal gusto. Su postura es eminentemente ácrata en especial la actitud de Alan Ginsberg y su poema El Aullido e incluso las revolucionarias investigaciones de la mente hechas por Timothy Leary a través del LSD.

El punk emerge en los años sesenta como una manifestación de cuestionamiento estético, en especial en el área musical. Deborah Harris y Blondie, encabezó esta expresión. De esta corriente nació el anarco punk que es la vinculación de la cultura punk a las prácticas anarquistas y The Crass, Sex Pistols y Chumbawamba militan en esta música ácrata.

El mayo francés fue una verdadera eclosión anarquista. Sus consignas como “prohibido prohibir”, “haz el amor, no la guerra”, “el sistema se hunde, haz peso”, “seamos realista exijamos lo imposible”, “soy un marxista de la tendencia de Groucho”, fueron un canto a la libertad. Sus principales promotores, en al área intelectual, fueron los situacionistas quienes blandieron nuevos conceptos sobre política, sociedad, psiquiatría, cultura, arte y otros espacios de la actividad humana.

Los pensadores del estructuralismo francés son quienes han colocado al anarquismo en la actualidad. Michel Foucault, Gilles Deleuze, Félix Guatari, Jack Lacan, el icónico psiquiatra, Guy Debord y su extraordinario libro y pelìcula sobre la sociedad del espectáculo  y el teórico del postmodernismo, Lyotard, conforman la pléyade de activistas generadores de un nuevo enfoque sobre la realidad más allá de las formaciones tradicionales, como la socialdemocracia, el socialcristianismo y el marxismo-leninismo. 

Sin las investigaciones sobre el poder los libertarios se habrían quedado en el tiempo. Han sido el complemento acertado a las ideas clásicas y han reactivado esta postura ideológica que parece recuperar el tiempo del ostracismo y del olvido.

Asumimos lo aseverado por el hombre de teatro Iván Darlo Álvarez y al poeta Juan de la Roca en su obra intitulada Diccionario Anarquista de Emergencia: no existe ninguna doctrina ni ideología que defienda y se fundamente en la libertad como el anarquismo.

LA TECNOLOGÌA

Hay visiones enfrentadas sobre la tecnología entre el marxismo y los libertarios. El desarrollo descomunal de la ciencia, la informática, telemática y cibernética, ha encontrado descolocado al marxismo por su óptica positivista y no humana acerca de estas importantes materias.

Para el marxismo el avance de la tecnociencia es una muestra de progreso per se sin importar sus efectos debido al empleo perverso que pudiera hacerse tangible debido a una orientación equivocada. La idea de perfectibilidad de la humanidad quedó detenida por las espantosas guerras acaecidas en el siglo veinte. La pulsión tanàtica se impuso al Eros, el afecto fue demolido por la destrucción.

La expansión tecnológica no necesariamente traería felicidad a la humanidad. Las conflagraciones con su secuela de muerte gracias a la agudización de la panoplia armamentística con esos fines. De igual manera utilizar esos avances para colocarlos al servicio de la disciplina, la represión y la coacción. Estas modalidades las han usado las naciones donde se aplicó el socialismo autoritario en beneficio del mantenimiento del aparato de dominación. Por ejemplo, Cuba tiene un centro de educación superior llamado Universidad de las Ciencias Informáticas, donde se forman cuadros profesionales al servicio del control social y para ello fueron contratados por el gobierno venezolano a objeto de organizar la identidad de quienes moran en Venezuela, a las notarías, registros, puertos y aeropuertos, con miras al acoso y la información detallada de la gente.

El aspecto oscuro de las nuevas disciplinas científicas le interesa sobremanera al marxismo-leninismo con miras a la asfixia de los movimientos físicos, las opiniones, las conductas, las actitudes y todas las actividades de los hombres y mujeres.

El enfoque libertario sobre la tecnología es opuesto. No se la aprecia como un indefectible signo de progreso por las razones sostenidas por la teoría de la postmodernidad. Mas se la valora como un instrumento de libertad y democracia. Los verdaderos medios de comunicación son los de las redes sociales porque tienen la posibilidad de interactuar multilateralmente. No hay un emisor o un receptor fijo, pueden ser ambos concomitantemente.

El primitivismo piensa en los altos grados de alienación provocados por la tecnología pero si bien es cierto que tal idea es correcta no lo es la importancia de su uso adecuado al ejercicio democrático.   

EL MATERIALISMO DIALÈCTICO

El marxismo se precia de ser una ciencia y por ello ha descalificado a los llamados socialistas utópicos porque los valora como románticos y poco realistas. Esta afirmación es cuestionable a la luz de la teoría del conocimiento presente porque en todo caso se trata de un cuerpo eminentemente ideológico con proposiciones de utopía aunque pretende tener método y objeto.

Uno de los métodos es el materialismo dialéctico, una invención de Federico Engels luego de la muerte de Marx. Aspira a estimar al mundo con base en tres leyes: la unidad y lucha de contrarios, la cantidad convertida en calidad y la negación de la negación. Son principios por los cuales supuestamente se rige el universo. Demás está decir que es un reduccionismo absurdo porque tales leyes de ninguna manera explican el universo cuya complejidad es cada vez mayor y la epistemología en este momento posee unas bases bien amplias y diferentes.

Se pretende adicionalmente la aplicación de esas leyes a la sociedad como por ejemplo la negación de la negación: el capitalismo es negado por el socialismo y éste a su vez será negado por el comunismo. La unidad y lucha de contrarios es bien relativa porque hay hipótesis en las cuales la complementariedad es esencial sin conflicto ni contradicción. Bien decía Ludovico Silva en su obra Antimanual para marxistas, marxòlogos y marxianos,que estos principios no tienen ninguna utilidad.

El anarquismo no posee ninguna piedra filosofal para explicar el mundo. Basta con los alcances de la física, biología y antropología para ir desde la ausencia de organización molecular hasta la autorreguladora capaz de regenerarse sin necesidad de auxilio externo. Y se parte de la perfectibilidad para el alcance del autogobierno, la participación y la mayor libertad.

En síntesis, no hay una panacea artificiosa para explicar al universo porque el avance de las bases de la ciencia posee un arsenal de teorías explicativas y valorativas del universo. Y el anarquismo estimula esa iniciativa con la finalidad de existir aproximaciones para valorar al mundo.



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