Lo más profundo es la piel
Lo más profundo es la piel
Sebastiano Mónada
Este poema se publicó en Oikologías el noviembre de 2016.
No hay superficie sola,
vuelo silencioso de búho
noctámbulo.
Tampoco espesor solitario,
felino cansado en la montaña.
Los grosores se expresan en vibraciones,
míticas serpientes luminosas,
intrépidas, recorriendo ondulantes,
extensiones de las membranas
utópicas.
Vibrantes canciones
rememoradas por guitarras
encuentran sus lenguajes y colores.
Romance incandescente de trovadoras
o nostalgia estética de pintoras.
Los signos y las figuras
de voces inspiradas
y pinceladas elocuentes.
Las narraciones y los cuadros
hendidos en los pellejos
enamorados.
El gorrión se expresa en su trino,
picoteando la aurora
y en la composición pictórica de sus plumas
seductoras.
Canto sonoro despertando a ramas dormidas
y poema desbordando la madrugada.
Pasa con el delfín de los océanos,
satisfechos con sus copiosos
recuerdos
o el bufeo de los ríos.
Insatisfechos con sus flujos
de cristalinas reflexiones diluidas.
Apresurados por llegar a desembocaduras,
cuya alegría corporal salta por los aires.
Emergiendo de los espesores del mar
o de los afluentes amazónicos.
El espesor vital converge en la piel,
donde narra su abultada experiencia,
escrupuloso escritor en papel.
Compone memorias en animadas alegorías,
armoniosos mutantes acordes,
comunicando entrañables vivencias
olvidadas.
La piel es donde los espesores mundanos
depositan sus rutilantes mensajes,
dejando sus contorneadas grafías
en sensible interprete epidermis.
Sabios registros vitales.
La piel es donde pliegues del multiverso,
ensimismada flota navegando
hacia no se sabe donde,
caracoles escondidos
en sus intimidades,
se enrollan.
Sintetizan en la superficie afectiva,
envolviendo dulcemente al cuerpo.
La piel se abre al mundo,
enjambre mariposas liberadas.
La piel es pensamiento carnal,
elocuencia de proliferantes sensaciones,
acompasadas bandadas de aves
y geométricas constelación de peces,
ritmando argumentos afectivos.
Transición conspicua a imaginarios
rituales,
convertidos en conceptos.
La piel es lógica del sentido,
construcción paradójica del mundo,
plegado en profundo sueño.
Conjeturada inmanencia.
Metamorfosis de la percepción.
Devenir de intuición.
Nicho ecológico de la humanidad,
tan acompañada y tan solitaria
a la vez.
Convocatoria briosa
a la circulación de las estaciones
y a los tejidos de los ciclos vitales.
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