Vivencia matinal

Vivencia matinal 

 

Sebastiano Mónada

 

 





 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

La lluvia de fotones solar

cae en ondas de peces

cristalinos,

que mutan en halcones 

amarillos.

Llega a mi piel acariciándola,

la convierte en una exuberante 

selva, donde crece la floresta 

de deseos.

 

Miro la habitación invadida por la luz,

que busca ansiosa donde descansar,

aposentar su voluminoso cuerpo 

transparente, 

en el suelo envejecido de tanto esperar.

 

Recuerdo a los ausentes retrocediendo 

en el tiempo.

Estoy de repente en otro momento,

compartiendo con ellos instantes plenos

de la existencia humana diluida

en las narraciones de la memoria 

austera.

 

Las plantas me miran desde su verdor

alegre, 

agradecidas de la donación acuática,

que efectúo en la mañana somnolienta.

Ellas tienen más recuerdos que yo.

Siempre meditan y se sumergen 

en las profundidades del olvido,

que es el eterno retorno del presente.

 

Las ventanas abiertas al paisaje 

sueñan con una ciudad desaparecida,

convertida en fantasía de niñas, 

que juegan con los horizontes 

como si fuesen hilos de colores.

 

Los techos de las casas están pintados 

por la acuarela de Ricardo Pérez Alcalá.

A medida que se alejan adquieren 

la tonalidad de las despedidas.

 

El coro de los árboles se conmueve

cuando la brisa acaricia sus cabellos,

enramada de canciones soñadoras.

Piden permanecer hasta el fin 

de los tiempos.

La amenaza llega de los taladores, 

funcionarios del fetichismo urbano.

 

En la lontananza las montañas 

indican los bordes de la cordillera.

Huella monumental de la rebelión 

geológica.

Del otro lado, la arista tenue del Altiplano

insinua el esplendor de la puna ancestral.

 

Los tambores de mi corazón repercuten

en las cavernas de mi cuerpo vital,

convocando a los que no nacieron, 

confesando la gravedad de las culpas

de los hombres.

No supieron cuidar el paraíso.

Serán expulsados de nuevo.

 

Vuelvo al presente fugaz,

lo detengo en mi mano

y lo observo en la esfera

que goza su retorno.

 

 

 

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