Aparición insólita

Aparición insólita

 

 

Sebastiano Mónada 

 

 

 

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aparición espectacular ante percepción estupefacta;

angelical, 

caminabas suspendida, volando a ras del suelo. 

Tus largas piernas se movían apoteósicas,

teatrales, 

protagonistas de una epopeya sensaual,

cual jinete estelar

en galope elegante, 

acompañada por aura luminosa

devenida fragancia.

 

Tus cabellos flotaban navegando en la brisa,

peinados por el invisible agasajo del aire.

Tu mirada optimista acariciaba el paisaje,

horadando el espesor atmosférico turbado.

Tu gabardina suelta aleteaba lentamente,

conquistando el espacio enamorado.

El ritmo de tu cuerpo danzaba sensual

al son de los tambores de mi corazón.

 

Tus ojos quedaron grabados en mi acuática memoria,

mientras, asombrado, me preguntaba sobre tu revelación.

¿Era un mensaje acaso del mundo de los símbolos?

¿Señales misteriosas de estructuras desconocidas?

 

Miraste dulcemente en la ruta recorrida 

por tu presencia insólita en ciudad del Illimani.

Tus ojos risueños prendían fuego

en las praderas sensibles de mi piel,

mientras el tiempo revoloteaba mordiéndose

la cola de serpiente luminosa.

Dragón de los Andes subversivos. 

 

Eres la gracia que nos regala, de vez en vez,

el trajín vertiginoso de las úrbes agitadas.

Basta tu presencia emergida de constelación

vibrante. 

Acontecimiento imposible del cosmos asimétrico,

que acumula lentamente materia danzante.

 

Pasaste raudamente dejando tu huella inscrita

en la calle cenicienta.

Para desaparecer en el fragor del tiempo,

dejándome intrigado por tu aparición insólita.

Ya no sé si fuiste producto de mi imaginación

o un ángel que vino a dejarme abandonado

en el planeta de los deshabitados.  

 

 

 

 

 

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