Perfiles de la decadencia
Perfiles de la decadencia
Sebastiano Mónada
La putrefacción marca el límite del ciclo,
la carne se retira a los aposentos de la muerte,
el cuerpo se disemina en gases hediondos,
avisando que después del placer solo hay silencio.
En espiral la galaxia se hunde en su comienzo,
condensada singularidad donde se pierde la luz
en la oscuridad profunda del desaparecer ignoto
en la ausencia absoluta del tiempo y del espacio.
El mundo, convertido en espectáculo de feria,
después de la fiesta, se queda con el paisaje triste
de la miseria abandonada en las calles desiertas,
con la contaminación que invade los pulmones
enfermos de los lánguidos espectros alucinados.
Los hijos de la guerra inicial contra la vida,
conglomerados en ciudades del comercio,
de los tráficos y de la especulación del mito
en el cuerpo enfermo del déspota olvidado
divinizado por celosos sacerdotes ortodoxos,
han dejado su despojo de descendencias,
el hundimiento de la algarabía crepuscular
de las repetidas y dilatadas miserias humanas.
Reducidos al enfoque banal del goce inmediato,
buscando encontrar el oscuro objeto del deseo.
Conquistadores perdidos en la serpiente sin ojos,
persiguiendo la sinuosa ruta a la ciudad dorada
o el soñado tupido bosque utópico de la canela.
Ahora exigen el reconocimiento sin tener merito,
haciendo gala de petulante representación vacía.
Consciencias desdichadas sufriendo el drama
del profundo desgarramiento del alma maltrecha,
sin poder reunir sus fragmentadas trayectorias,
que incursionan serpenteantes caminos inconclusos,
se circunscriben a proliferantes mundillos triviales.
Pretenden gobernar celosos aposentados
sobre una calamitosa montaña de votos,
papeles que construyen castillos de ilusión,
que se queman con el fuego del tiempo,
que se olvidan en el fragor de la corrosión,
quedando en evidencia la patética inutilidad
de sus pasos perdidos en la romería política.
Son los espectros tristes de la fatalidad insondable,
condena de un destino inscrito en la tragedia humana.
Muestra del fracaso rotundo de las dominaciones,
figuras estériles del patriarcalismo sin horizontes.
Fraternidades masculinas reunidas en la conspiración
contra el devenir vital de la potencia creativa de la vida.
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