Lo más profundo es la piel

            Marina Nuñez: Nada es tan profundo como la piel





Este poemario se publicó en noviembre de 2017 en Oikologías.



Lo más profundo es la piel 

 

Sebastiano Mónada

 

 

Corrupcion 7 

 

 

Índice:

 

Prólogo

Humanos demasiado humanos   

Hablo desde el cuerpo

Afecto                                                           

Lo más profundo es la piel                             




 

Prólogo

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Dice Gilles Deleuze del enunciado metafórico de Paul Valery de que lo más profundo es la piel, que es una frase muy hermosa. Los dermatólogos deberían tenerla inscrita en su puerta. Continúa: 

La filosofía como dermatología general o arte de las superficies (yo intenté describir estas superficies en la Lógica del sentido). Las nuevas imágenes reactualizan el problema. En Foucault, precisamente, la superficie se convierte esencialmente en superficie de inscripción: es el tema del enunciado, “al mismo tiempo no–visible y no–oculto”. La arqueología es la constitución de una superficie de inscripción. Si no se constituye una superficie de inscripción, lo no–oculto seguirá siendo invisible. La superficie no se contrapone a la profundidad (que retoma a la superficie) sino a la interpretación. El método de Foucault siempre se opuso a los métodos de interpretación. No interpretar jamás, experimentar[1].

Paúl Valery dice en La idea fija[2] que la piel es lo más profundo que hay en el hombre. Y qué mejor que sentir la invitación de la caricia del agua para sumergirnos en el mar. En conversación del personaje del cuento con un médico, que recuerda al haberlo mirado.  Encuentro casual, en la costa donde paseaba, meditando, escapando de la alborotada urbe. Después de hablar sobre la hipótesis de la idea fija, que el interlocutor no quiere aceptar, pues para él no hay ideas fijas, pues todo se encuentra en transición, llegan a la hipótesis sustitutiva de las ideas omnivalentes.  En este contexto dialogal, es cuando emerge la pregunta: A propósito de superficie, ¿es exacto que usted ha escrito o dicho lo siguiente: Lo más profundo que hay en el hombre es la piel? Aclarando, se dice: Por eso completo mi fórmula: la piel es lo más profundo que hay en el hombre, en tanto que se conoce.

Lo que importa, de la lectura de Idea fija, es comprender, primero, que el enunciado lo más profundo es la piel, se da en una discusión sobre las ideas fijas, que, en realidad, no son fijas sino están en perpetua transiciónLo más profundo es la piel vuelve anotar la paradoja, ya no en la relación fijo-móvil, sino en la relación superficie-profundidad. Segundo, que el enunciado atraviesa y trasciende el texto Idea fija,  connotando consecuencias de alcances sorprendentes y trastrocada repercusión. El enunciado lo más profundo es la piel es un desafío a la lógica tradicional y al pensamiento del racionalismo abstracto

Ahora, en este poemario que lleva el mismo título que el enunciado, presentamos poemas que cantan a la memoria sensible, a la vida, y desde el acontecimiento multitudinario del afecto.

 

 

 

 

 

Humanos demasiado humanos


Prometeo



Humanos demasiado humanos,

muy cerca de bordes del mundo,

roces imperceptibles de pieles

conmovidas

y de perfiles de ellos mismos,

bocetos inconclusos de pintura

renacentista.

Muy lejos de los espesores del mundo,

tejidos de ancestrales capas hondas.

Muy lejos de conmovedoras interioridades,

constelaciones de sensaciones

proliferantes.

Olvidaron de dónde vienen,

no saben a dónde van.

Perdidos en el laberinto

de metrópolis deslumbrantes

o en la encrucijada

de antinomias irresolubles.

Se refugian en caparazones

de neblina intermitente,

cuando la Virgen le dice a Vicente Huidobro:

Mis miradas son un alambre en el horizonte 

para el descanso de las Golondrinas.

Donde ocultan sus temores,

escondiendo tapados

en casas solariegas.

Tampoco pueden ver más allá

de las nubes frías

y difusas.

No recuerdan que son parientes

de animales y plantas.

La memoria sensible inaugural,

filogenética, los empalma.

No sienten la fecunda placenta,

habitada de palpitaciones titilantes,

estrellas de la noche.

Pulsaciones territoriales del planeta.

Tampoco se reconocen entre ellos,

como si viniesen de universos distintos.

Creen en una enemistad originaria,

separados desde siempre

y enfrentados en guerra invariable.

Se asesinan como Caín a Abel.

Crímenes de sangre generalizados

en sociedades desgarradas

y de consciencia culpable.

Se temen,

desconocidos monstruos,

y se odian,

conocidos semejantes.

Uno para el otro es el demonio,

al que hay que aniquilar.

También hay los y las que aman,

danzan, cantan y juegan.

Redimiendo potencia creadora,

liberando pájaros de las jaulas.

Quieren acabar guerra permanente,

condena inmutable.

Conflagración sin Sur ni Norte,

ni Este ni Oeste.

Se han roto los ejes cardinales.

Hechos trizas como espejos quebrados

en accidente augurado.

Sin orientación el mundo rueda sin destino,

ni porvenir esperado.

No encuentran sentido

a esta compulsión de muerte.

Juego de ruleta rusa

en el eterno invierno

de la civilización moderna.

Fatalidad inherente en volumen diseminado

de la frugal cultura-mundo,

en catarsis consumista.

Gula suicida,

hambre insatisfecha,

en estas ceremonias bizantinas,

de las representaciones heridas

de muerte.

Signos sociales

de clasificaciones,

botánica seca de jerarquías

inventadas.

Convirtiendo diligencias humanas

en actuaciones orientadas

a los demás espectadores.

Atentos y consumados,

escondidos como coro griego

En la oscuridad espesa

del teatro de la crueldad.

Voladores mensajes simbólicos

para impresionar al público

de élite con elegantes trajes,

en desfiles militares

o en pasarelas alumbradas

por ojos ávidos

de sueños incumplidos

y ser reconocidos

como notables.

No son muchos, cambian el mundo

cuando pueden.

 Ciclos mutantes.

Metamorfosis de órbitas saltonas

transmiten mensajes afectivos

e iluministas.

Enciclopedistas atareados

o adolescentes buscando señales

y marcas en los jardines,

arrancando pétalos de flores

primaverales.

Arrojándolas al viento insomne.

Son críticas y alegres.

Herederas de reflexiones intempestivas.

Cuando hablan se entregan 

de cuerpo entero

a concavidades de las palabras.

Cuevas mágicas,

donde se guardan memorias

enmohecidas.

Dejando estos carruajes sonoros

transporten sus corazones

soñadores

y sus órganos intensos,

mariposas de colores.

Son pocos, pero son.

Demuelen prejuicios

con martillos nietzscheanos.

Desmienten verdades

mostrando hechos incontestables.

Diluyen mitos

con percepciones corporales.

Existencias indomables.

Destruyen doctrinas

y sustanciales creencias

con minuciosidad estética.

No siempre son escuchadas,

como si fueran mudas,

ni atendidas,

como si fueran fantasmas.

Menos entendidas,

como si fueran locas.

Las más de las veces son arrinconadas,

proscritas a las sombras

de la penumbra de los márgenes

exilados.

Señalados como conjurados

o como despistados,

ignorándolos.

Desterradas en su propia tierra.

No saben los juzgadores y gobernantes,

la tierra no es cartografía de sus dominios.

Castillos de naipes españoles

y prados franceses artificiales.

No es teatro espectacular de alegorías,

gravadas en hojas con sello.

Donde sus discursos redundantes

y desgastados

navegan a la deriva.

No es granero de egos inflamados,

zepelines globalizados.

Tampoco son las miserables pugnas

entre enemigos cómplices

de lo mismo.

Concurrencia por dominación

deseada,

por el trono del simulacro simbólico

de gubernamentalidad romana.

Mucho menos el país imaginado

que gobiernan.

Al que donan sus esfuerzos

y sacrificios,

según versiones oficiales

y vernaculares.

La nación genuina está en otra parte,

como novela de Milan Kundera,

en la sociedad alterativa.

Siguiendo los propios cursos del agua

y de los climas,

en los flujos de fuga interminable.

Caballo arrojado al vértigo

de Altazor.

Ángel caído sin alas,

llevando el paracaídas.

Dando sombra refrescante a planetas

en bullentes manifestaciones cotidianas

e inventivos desvíos imperceptibles

en los espesores locales.

Conectados por tejidos culturales

con el mundo efectivo.

Los juegos de dominación proliferan

en palacios de lujo

o en quintas de mala muerte.

Mallas amarrando instituciones,

telarañas invisibles,

hacen de pequeños gobiernos

en celosos espacios estriados

de la avejentada sociedad civil.

En todas partes se juega al poder

a las jerarquías de mármol,

al prestigio formal,

a la emulación del saber

y la ciencia.

Mimesis de carnaval,

creyendo en la repetición

se encuentra el secreto

de la celebridad.

Apología clave de la continuidad

de lo cosechado hasta ahora

por diletante humanidad.

Se entiende el círculo vicioso

de encumbrada autoridad.

El chirriante Estado criticado

por intelectuales meticulosos,

relojeros suizos,

es reforzado con sus intervenciones críticas,

al convertir el iluminismo en antorcha apagada.

Consideran la luz imitación

de antiguos héroes de epopeya,

disfrazándose de consagrados rebeldes

de manoseados panfletos.

Cuando el Estado es cuestionado

lo defienden como evidente realidad

o necesaria fatalidad,

que no se puede soslayar.

Cuando algún gobierno progresista

se parece a gobiernos conservadores,

analogías perversas de la proximidad

pululante,

argumentan es por conspiración.

La serpiente de múltiples cabezas

que no deja gobernar.

Humanos demasiado humanos,

hijos de la divinidad imaginada,

creados para gobernar

y a la naturaleza dominar,

en la Tierra enseñorear.

Escarbando en sus entrañas,

despojando subsuelos entumecidos,

despertados por perforaciones técnicas

Implacables,

de rizomáticas vetas minerales

y de yacimientos fósiles licuados.

 Caldo de saurios desaparecidos,

devastando maravillosos bosques

entrelazados.

Limpiando el huerto

de tercas yerbas.

Usando maderas muertas

destroncadas.

Materia prima para atizar,

ilimitada,

cuyo destino es industrial

y enfermizamente comercializar,

en procesos acumulativos,

numerarios.

Solo la contabilidad capitalista observa.

Madera usada en andamios de urbes

atosigadas.

Ampliando fronteras agrícolas,

espacios arados sin árboles,

plantando alimentos transgénicos.

Árboles,  continentes de energía solar,

hospitalidades troncales,

acumulados en ciclos largos.

Convertidos en mercancía rutinaria,

consumida en el momento provisional

de goce banal.

Despreciando el valor cualitativo

de la vida,

hombre depredador veterano,

viejo lobo de mar apagado,

no sabes estas destruyendo tu hogar.

Te quedaras sin bosques ni agua,

te quedaras solo,

en tus páramos yermos

y campos contaminados.

Te quedaras con tu orgullo

inflamado,

con tus ilusiones de progreso,

con tu evolución de pacotilla.

Los unos creyéndose paladines de la libertad,

los otros creyéndose adalides de la justicia.

Ambos atornillados a los sillones del poder

aposentados en los tronos

del desagüe.

Ambos funcionarios de Estado,

senil burocracia milenaria.

Ambos dicen el fin justifica los medios,

falsos discípulos de Nicolás Maquiavelo.

A nombre de la libertad o la justicia

comenten crímenes

Hombre pretendiendo ser superior

a animales y plantas.

Así llama a sus parientes vitales.

Vienen del mismo genoma inaugural.

No hablamos de la mujer,

reducida a la costilla de Adán,

a una parte del hombre

y a su servicio.

Hablamos del macho dominante,

ha convertido la decantada fraternidad

en una constante pugna

por sobresalir

a costa de los demás.

Hablamos de aquél prestigiador

de naipes helados.

Ha reducido el coraje

a constante agresión,

cuando se esconde

en sus máscaras de mármol,

ocultando sus miedos y pavores.

Murciélagos ocultos

en las grutas insondables,

dando vueltas

alrededor de sí mismo

como wayronco.

Humanos demasiado humanos,

sin alcanzar al ideal

de la humanidad misma,

quedándose a mitad del camino,

vislumbrando desde donde están

el horizonte no alcanzado.

Sustituido por ficticio trazado,

línea imaginaria,

geografía espectral 

de lo no alcanzado.

Finalidad lograda

haber intentado

sin esfuerzo ni gasto heroico.

Renunciando a sí mismo.

Sustituido por apariencia humana,

mueca grotesca de arquetipo utópico,

antifaz carnavalesco.

 

 




 

Hablo desde el cuerpo


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Hablo desde la cueva donde se agita la tristeza,

como se agitan las olas

reclamando a las rocas

o vientos que sacuden a las ramas,

buscando despertarlas de su letargo vegetal.


Hablo desde los socavones recorridos por nostalgias,

memorias repentinas conmoviendo a las abuelas,

lagrimeando ante recuerdos depositados en fotografías,

desde las estalactitas quebradas.

Lágrimas cristalizadas de las estrellas

al escuchar rumores del afuera.


Hablo a los humanos,

si algo queda en ellos

de humanidad ideada.

Hablo a las humanas,

sensibles cuerpos dominados.

Creadoras de la vida

y defensoras del amor.


Hablo a sus corrientes vitales,

ramales de cuencas bañando 

crujidos del cosmos plegado

en el perceptivo cuerpo.

Continente de sensaciones aladas

e imaginaciones vaporosas,

acompañado de razones luminosas.


Venas y arterias en movimiento rumoroso.

Turbulentos ríos

deslizando narraciones copiosas de tramas.

Composiciones acuosas,

profusos afluentes derivando

en caudal inmenso de sentimientos.

Intérpretes de ecologías del mundo.


Hablo a potencia inhibida

en depósitos de la carne.

Almacenes  prohibidos,

secretos sellados.

Nombrados misterios.

Creatividad temida por las instituciones.

Las máquinas burocráticas decidieron rutas

canalizando fuerzas,

rebaños de ovejas

hacia la disciplina moduladora.

Inscribiendo hábitos en la carne,

a través de ritmos constantes

de movimientos diseñados.


Pedagogía escolar,

ortopedia espiritual

hacia la normalidad masificada,

imitación exigua.

Estandarizada por el promedio de los prejuicios,

repetidamente plantados.

La creatividad y la inventiva son encerradas

en oscuros socavones de silencio.

No pueden circular alegres por las calles,

su magia cambia lo que toca,

transforma las reglas,

juega al devenir constante.


El leviatán no puede permitir semejante ductilidad,

plasticidad de las formas, contenidos y expresiones,

magma fundente de la materia palpada.

Ocasionando dilución

del orden del mundo,

del orden del discurso,

del orden institucional.

Aunque deje pasar irrupciones del chantaje.

Forcejeo disimulado en los pasillos

del palacio de los espejos

y los ministerios sin espejos,

de ventanas cerradas,

puertas selladas

y armarios atosigados

de papeles insolados.


Campamentos de hongos y oxidaciones de la corrosión.

Diseminación aterida en la arquitectura colonial

de la inmutable inercia estatal.

Terco dilatado otoño patriarcal,

circense malabarismo de la corrupción,

prestidigitación del lado oculto del poder.

El Leviatán prohíbe y condena,

juez supremo de la dominación,

que todo este sostenido por el avatar estético,

por el romance pasional

entre el azar y la necesidad.


¿Nos dejaremos arrastrar por las máquinas de muerte?

¿Dejaremos que fatalidad, inscrita por mecánica nihilista,

nos arroje al abismo?

¿Seguiremos tolerando a hombrecitos creyéndose elegidos

para gobernar

y decidir por los pueblos?

Hombrecitos megalómanos,

enamorados de sí mismos.

Jinetes del Apocalipsis.


¿Dejaremos arrasar nuestros bosques

como se rasura cada quien cada mañana

con navajas de acero afilado?

¿Contaminar nuestras cuencas

como si fuesen cloacas de empresas mineras?

Aparapitas cargadoras de cadáveres.


¿Dejaremos depredar territorios

como si fueran desechables,

envenenar las aguas,

descargando en ellas nuestras pestilentes

culpas?

¿Asesinar por hambre a millones de personas,

como se condena a la sequía al desviar cursos de ríos

o se sentencia a la inundación al construir represas?

¿Asesinar por metralla a otros millones de personas,

como se fumiga los cultivos industriales,

aniquilando a poblaciones de insectos?


Si no es por armas de destrucción masiva,

listas para lanzarse,

ojivas implacables,

dragones del Apocalipsis,

sin importar las consecuencias.

Encontrando cualquier causa como excusa.

Todo en aras del progreso y el desarrollo.

Concretamente por el atesoramiento estadístico

de fantasmagórica riqueza abstracta,

contabilizada por la administración celosa

de funcionarios de elemental aritmética.

Sumando datos medidos numéricamente 

e inconsistentes matemáticamente,

para un insignificante número de familias ocultas

en paraísos artificiales.

Acompañados por necios políticos.

Únicos creyentes de sus insostenibles discursos,

mediocres generales funcionarios de la guerra,

expertos en técnicas de aniquilamiento,

en estrategias envolventes de tenazas,

donde se enrollan en sus propias estratagemas.

Quienes no encuentran otra solución para los problemas

que la violencia del más fuerte

y la muerte del enemigo inconcreto.


¿Dejaremos que el porvenir se decida en manos de estos eunucos?

Que entregaron sus órganos al emperador del poder simbólico

¿Dejaremos como herencia a nuestros descendientes

la destrucción del plantea y el mundo del Apocalipsis?


No es mejor resolver los problemas 

que nuestras generaciones desataron 

abriendo la caja de Pandora.

Entregándoles a nuestros hijos

y a los hijos que vienen,

en el porvenir incierto

de la humanidad utópica,

un mundo de puentes y aperturas,

de vasos comunicantes,

de enredaderas trepadoras

y de raíces dibujantes de rizomas,

sin estos problemas acumulados

de los que somos responsables.


¿Queda en nosotros algo de la humanidad proyectada?

En los renacimientos intermitentes,

en las rebeliones humanistas,

en la subversión del arte,

en el desborde estético,

en la intrépida mirada de la física,

en las topologías matemáticas.

Aunque Gilles Lipovetsky no lo crea.


¿Queda en nosotros algo de voluntad de potencia?

Creadora de valores nuevos.

Elocuencia maravillosa de proliferantes vidas.

¿O cruzaremos los brazos

Cerrando los ojos?

Como si así desapareciera la fatalidad

por arte de magia .

Desconociendo el peligro que amenaza

como espada de Damocles

a la humanidad entera.

Ingenua hasta la extremidad extenuada

de los confines del mundo,

donde cuelga sus ropas tristes.

Peligro que amenaza al planeta completo,

a los tejidos entrelazados y vibrantes

del hospitalario Oikos.

 

 






Afecto 

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Sentimientos,

entregas corpóreas en cumbres absortas.

Lerdos oleajes de la cordillera

ondulan petrificadas en quietud meditada,

en cumbres hiriendo concavidad desnuda

del cielo desvelado.


Sensaciones,

vasos vinculantes,

conductos invisibles de fluidos

emocionados.

Enunciados de la Virgen

que dice a Altazor:

Hablo una lengua que llena los corazones 

según la ley de las nubes comunicantes.


Entrelazando cuerpos

y universos.

Formando analogías

de taxonomías borgianas.

Memoria del más remoto comienzo,

como si no hubiera habido origen

sino repentino nacimiento 

inesperado.

Cuando las cuerdas improvisaban,

tocando melodías no compuestas,

emergiendo espontáneas

al compás de vibraciones.

Siguiendo a las primeras notas

probadas.


Explosión inaugural,

canto de opera en oscuridad

del teatro de la crueldad.

Emoción incontenida

soltándose en notas convocantes.

Vocales alargadas como expediciones

de fogosas vibraciones pictóricas

en las entrañas de la inexistencia

conmovida.


Arrojando los dados a la mesa

de la nada.

Varias tiradas jugando al azar.

Inventando en cada una cadencias

plurales.

Tropel de bisontes melancólicos

y mutantes.

Crisálidas en transiciones esmeradas,

sinfonías de materias soñadas

en los profundos anhelos del big-bang.

Deseando realizar su sueño,

alterando el silencio.


Sentimiento,

conmoción del cuerpo,

contorsionándose al sentir caricias.

Multiplicación del mundo

inventado.

Voz narradora

escribiendo en la piel

tramas inolvidables.

Viajero veterano

rondando las tierras y los mares.

Recorridos intrépidos de brisas danzantes.

Romántico cuento

leído suavemente

al borde de la cama,

para dormir al niño

adormecido por lecciones del día.

Para dormir a la niña

cansada de aprender con alegría.

Maravillosos mundos descubiertos,

tesoros escondidos

en rincones de la casa. 

Vislumbrados por ojos

iluminados por curiosidad ansiosa,

absorbidos por la piel

de porcelana.


Amor,

percusión de tambor,

estremeciendo a la selva,

entrelazando bosques mezclados

y variados nichos conjugados.

Amor

a la embriagante vida

bailarina.


Agua salada de océanos.

Madriguera de peces asombrados

y de bosques de corales festivos

o agua dulce de ríos.

Albergue de lagartos dormidos,

rumor de cristalina música

bajando desde las montañas.

Turbulencias diluidas

resbalando por las rocas.

Biblioteca de relatos licuados,

escritos por pueblos danzantes,

asombrados de estadía planetaria

en el cosmos palpitante.

Solícitos en comunicarse con fuerzas

inmanentes,

ateridas a los rugosos troncos.

Multitudes de árboles contemplativos,

azorados,

pacientes corrientes de savia.

Vertebrados huyendo al fuego

prendido por el rayo

y retenido por humanos

con sus hábiles manos.

Fuerzas  agazapadas

de las piedras silenciosas

congeladas

en meditación eterna.

Entrega corporal

al permanente nacimiento.

Memoria sensible diseminada

en distintas escalas.

Multiverso incomprensible,

aventurero y jugador de dados.

Sensibilidad pensativa

como recita García Lorca

A Fray Luis de León.

Pensamiento sensible:

Canta la luz herida por el hielo.

Intuición adivina,

carne y primavera, vida y esperanza.

Honda singularidad guardando

el recuerdo

del comienzo

y del juego.

Repetido en concavidad cambiante

donde las galaxias nadan como sirenas

encantadas,

en mar inmenso de materia oscura

y la luz enciende fogatas

en la penumbra de bosques ignotos,

dispersados por el cosmos.









Lo más profundo es la piel


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No hay superficie sola,

vuelo silencioso de búho

noctámbulo.

Tampoco espesor solitario,

felino cansado en la montaña.

Los grosores se expresan en vibraciones,

míticas serpientes luminosas.

Intrépidas recorriendo ondulantes

extensiones de las membranas

utópicas.

Vibrantes canciones

rememoradas por guitarras

encuentran sus lenguajes y colores.

Romance incandescente de trovadoras

o nostalgia estética de pintoras.


Los signos y las figuras

de voces inspiradas

y pinceladas elocuentes.

Las narraciones y los cuadros

hendidos en los pellejos

enamorados.

El gorrión se expresa en su trino

picoteando la aurora

y en la composición pictórica de sus plumas

seductoras.

Canto sonoro despertando a ramas dormidas

y poema desbordando la madrugada.

Pasa con el delfín de los océanos,

satisfechos con sus copiosos

recuerdos

o el bufeo de los ríos

insatisfechos con sus flujos

de cristalinas reflexiones diluidas.

Apresurados por llegar a desembocaduras

cuya alegría corporal salta por los aires.

Emergiendo de los espesores del mar

o de los afluentes amazónicos.


El espesor vital converge en la piel,

donde narra su abultada experiencia,

escrupulosa  escritora en el papel.

Compone memorias en animadas alegorías,

armoniosos mutantes acordes.

Comunicando entrañables vivencias

olvidadas.

La piel es donde los espesores mundanos

depositan sus rutilantes mensajes,

dejando sus contorneadas grafías

en sensible interprete epidermis.

Sabios registros vitales.


La piel es donde pliegues del multiverso,

ensimismada flota navegando

hacia no se sabe dónde.

Caracoles escondidos

en sus intimidades

se enrollan.

Sintetizan en la superficie afectiva

envolviendo dulcemente al cuerpo.


La piel se abre al mundo,

mariposas liberadas.

La piel es pensamiento carnal,

elocuencia de proliferantes sensaciones.

Acompasadas bandadas de aves

y geométricas constelación de peces.

Ritmando argumentos afectivos.

Transición conspicua a imaginarios

rituales.

Convertidos en conceptos.


La piel es lógica del sentido,

construcción paradójica del mundo.

Plegado en profundo sueño.

Conjeturada inmanencia,

metamorfosis de la percepción,

devenir de la intuición.

Nicho ecológico de la humanidad.

Tan acompañada y tan solitaria,

a la vez.

Y convocatoria briosa

a la circulación de las estaciones

y a los tejidos de los ciclos vitales.







Notas

[1] Ver Deleuze

Deleuzefilosofia.blogspot.com/2007/08/lo mas profundo es la piel.  

[2] Ver La idea fija

Somoslxpiraratas.files.woedpress.com/2016/08/la idea fija de paul valery.pdf.

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