Lo más profundo es la piel
Lo más profundo es la piel
Sebastiano Mónada
Índice:
Prólogo
Humanos demasiado humanos
Hablo desde el cuerpo
Afecto
Lo más profundo es la piel
Prólogo
Dice Gilles Deleuze del enunciado metafórico de Paul Valery de que lo más profundo es la piel, que es una frase muy hermosa. Los dermatólogos deberían tenerla inscrita en su puerta. Continúa:
La filosofía como dermatología general o arte de las superficies (yo intenté describir estas superficies en la Lógica del sentido). Las nuevas imágenes reactualizan el problema. En Foucault, precisamente, la superficie se convierte esencialmente en superficie de inscripción: es el tema del enunciado, “al mismo tiempo no–visible y no–oculto”. La arqueología es la constitución de una superficie de inscripción. Si no se constituye una superficie de inscripción, lo no–oculto seguirá siendo invisible. La superficie no se contrapone a la profundidad (que retoma a la superficie) sino a la interpretación. El método de Foucault siempre se opuso a los métodos de interpretación. No interpretar jamás, experimentar[1].
Paúl Valery dice en La idea fija[2] que la piel es lo más profundo que hay en el hombre. Y qué mejor que sentir la invitación de la caricia del agua para sumergirnos en el mar. En conversación del personaje del cuento con un médico, que recuerda al haberlo mirado. Encuentro casual, en la costa donde paseaba, meditando, escapando de la alborotada urbe. Después de hablar sobre la hipótesis de la idea fija, que el interlocutor no quiere aceptar, pues para él no hay ideas fijas, pues todo se encuentra en transición, llegan a la hipótesis sustitutiva de las ideas omnivalentes. En este contexto dialogal, es cuando emerge la pregunta: A propósito de superficie, ¿es exacto que usted ha escrito o dicho lo siguiente: Lo más profundo que hay en el hombre es la piel? Aclarando, se dice: Por eso completo mi fórmula: la piel es lo más profundo que hay en el hombre, en tanto que se conoce.
Lo que importa, de la lectura de Idea fija, es comprender, primero, que el enunciado lo más profundo es la piel, se da en una discusión sobre las ideas fijas, que, en realidad, no son fijas sino están en perpetua transición. Lo más profundo es la piel vuelve anotar la paradoja, ya no en la relación fijo-móvil, sino en la relación superficie-profundidad. Segundo, que el enunciado atraviesa y trasciende el texto Idea fija, connotando consecuencias de alcances sorprendentes y trastrocada repercusión. El enunciado lo más profundo es la piel es un desafío a la lógica tradicional y al pensamiento del racionalismo abstracto.
Ahora, en este poemario que lleva el mismo título que el enunciado, presentamos poemas que cantan a la memoria sensible, a la vida, y desde el acontecimiento multitudinario del afecto.
Humanos demasiado humanos
Humanos demasiado humanos,
muy cerca de bordes del mundo,
roces imperceptibles de pieles
conmovidas
y de perfiles de ellos mismos,
bocetos inconclusos de pintura
renacentista.
Muy lejos de los espesores del mundo,
tejidos de ancestrales capas hondas.
Muy lejos de conmovedoras interioridades,
constelaciones de sensaciones
proliferantes.
Olvidaron de dónde vienen,
no saben a dónde van.
Perdidos en el laberinto
de metrópolis deslumbrantes
o en la encrucijada
de antinomias irresolubles.
Se refugian en caparazones
de neblina intermitente,
cuando la Virgen le dice a Vicente Huidobro:
Mis miradas son un alambre en el horizonte
para el descanso de las Golondrinas.
Donde ocultan sus temores,
escondiendo tapados
en casas solariegas.
Tampoco pueden ver más allá
de las nubes frías
y difusas.
No recuerdan que son parientes
de animales y plantas.
La memoria sensible inaugural,
filogenética, los empalma.
No sienten la fecunda placenta,
habitada de palpitaciones titilantes,
estrellas de la noche.
Pulsaciones territoriales del planeta.
Tampoco se reconocen entre ellos,
como si viniesen de universos distintos.
separados desde siempre
y enfrentados en guerra invariable.
Se asesinan como Caín a Abel.
Crímenes de sangre generalizados
en sociedades desgarradas
y de consciencia culpable.
Se temen,
desconocidos monstruos,
y se odian,
conocidos semejantes.
Uno para el otro es el demonio,
al que hay que aniquilar.
También hay los y las que aman,
danzan, cantan y juegan.
Redimiendo potencia creadora,
liberando pájaros de las jaulas.
Quieren acabar guerra permanente,
condena inmutable.
Conflagración sin Sur ni Norte,
ni Este ni Oeste.
Se han roto los ejes cardinales.
Hechos trizas como espejos quebrados
en accidente augurado.
Sin orientación el mundo rueda sin destino,
ni porvenir esperado.
No encuentran sentido
a esta compulsión de muerte.
Juego de ruleta rusa
en el eterno invierno
de la civilización moderna.
Fatalidad inherente en volumen diseminado
de la frugal cultura-mundo,
en catarsis consumista.
Gula suicida,
hambre insatisfecha,
en estas ceremonias bizantinas,
de las representaciones heridas
de muerte.
Signos sociales
de clasificaciones,
botánica seca de jerarquías
inventadas.
Convirtiendo diligencias humanas
en actuaciones orientadas
a los demás espectadores.
Atentos y consumados,
escondidos como coro griego
En la oscuridad espesa
del teatro de la crueldad.
Voladores mensajes simbólicos
para impresionar al público
de élite con elegantes trajes,
en desfiles militares
o en pasarelas alumbradas
por ojos ávidos
de sueños incumplidos
y ser reconocidos
como notables.
No son muchos, cambian el mundo
cuando pueden.
Ciclos mutantes.
Metamorfosis de órbitas saltonas
transmiten mensajes afectivos
e iluministas.
Enciclopedistas atareados
o adolescentes buscando señales
y marcas en los jardines,
arrancando pétalos de flores
primaverales.
Arrojándolas al viento insomne.
Son críticas y alegres.
Herederas de reflexiones intempestivas.
Cuando hablan se entregan
de cuerpo entero
a concavidades de las palabras.
Cuevas mágicas,
donde se guardan memorias
enmohecidas.
Dejando estos carruajes sonoros
transporten sus corazones
soñadores
y sus órganos intensos,
mariposas de colores.
Son pocos, pero son.
Demuelen prejuicios
con martillos nietzscheanos.
Desmienten verdades
mostrando hechos incontestables.
Diluyen mitos
con percepciones corporales.
Existencias indomables.
Destruyen doctrinas
y sustanciales creencias
con minuciosidad estética.
No siempre son escuchadas,
como si fueran mudas,
ni atendidas,
como si fueran fantasmas.
Menos entendidas,
como si fueran locas.
Las más de las veces son arrinconadas,
proscritas a las sombras
de la penumbra de los márgenes
exilados.
Señalados como conjurados
o como despistados,
ignorándolos.
Desterradas en su propia tierra.
No saben los juzgadores y gobernantes,
la tierra no es cartografía de sus dominios.
Castillos de naipes españoles
y prados franceses artificiales.
No es teatro espectacular de alegorías,
gravadas en hojas con sello.
Donde sus discursos redundantes
y desgastados
navegan a la deriva.
No es granero de egos inflamados,
zepelines globalizados.
Tampoco son las miserables pugnas
entre enemigos cómplices
de lo mismo.
Concurrencia por dominación
deseada,
por el trono del simulacro simbólico
de gubernamentalidad romana.
Mucho menos el país imaginado
que gobiernan.
Al que donan sus esfuerzos
y sacrificios,
según versiones oficiales
y vernaculares.
La nación genuina está en otra parte,
como novela de Milan Kundera,
en la sociedad alterativa.
Siguiendo los propios cursos del agua
y de los climas,
en los flujos de fuga interminable.
Caballo arrojado al vértigo
de Altazor.
Ángel caído sin alas,
llevando el paracaídas.
Dando sombra refrescante a planetas
en bullentes manifestaciones cotidianas
e inventivos desvíos imperceptibles
en los espesores locales.
Conectados por tejidos culturales
con el mundo efectivo.
Los juegos de dominación proliferan
en palacios de lujo
o en quintas de mala muerte.
telarañas invisibles,
hacen de pequeños gobiernos
en celosos espacios estriados
de la avejentada sociedad civil.
En todas partes se juega al poder
a las jerarquías de mármol,
al prestigio formal,
a la emulación del saber
y la ciencia.
Mimesis de carnaval,
creyendo en la repetición
se encuentra el secreto
de la celebridad.
Apología clave de la continuidad
de lo cosechado hasta ahora
por diletante humanidad.
Se entiende el círculo vicioso
de encumbrada autoridad.
El chirriante Estado criticado
por intelectuales meticulosos,
relojeros suizos,
es reforzado con sus intervenciones críticas,
al convertir el iluminismo en antorcha apagada.
Consideran la luz imitación
de antiguos héroes de epopeya,
disfrazándose de consagrados rebeldes
de manoseados panfletos.
Cuando el Estado es cuestionado
lo defienden como evidente realidad
o necesaria fatalidad,
que no se puede soslayar.
Cuando algún gobierno progresista
se parece a gobiernos conservadores,
analogías perversas de la proximidad
pululante,
argumentan es por conspiración.
La serpiente de múltiples cabezas
que no deja gobernar.
Humanos demasiado humanos,
hijos de la divinidad imaginada,
creados para gobernar
y a la naturaleza dominar,
en la Tierra enseñorear.
Escarbando en sus entrañas,
despojando subsuelos entumecidos,
despertados por perforaciones técnicas
Implacables,
de rizomáticas vetas minerales
y de yacimientos fósiles licuados.
Caldo de saurios desaparecidos,
devastando maravillosos bosques
entrelazados.
Limpiando el huerto
de tercas yerbas.
Usando maderas muertas
destroncadas.
Materia prima para atizar,
ilimitada,
cuyo destino es industrial
y enfermizamente comercializar,
en procesos acumulativos,
numerarios.
Solo la contabilidad capitalista observa.
Madera usada en andamios de urbes
atosigadas.
Ampliando fronteras agrícolas,
espacios arados sin árboles,
plantando alimentos transgénicos.
Árboles, continentes de energía solar,
hospitalidades troncales,
acumulados en ciclos largos.
Convertidos en mercancía rutinaria,
consumida en el momento provisional
de goce banal.
Despreciando el valor cualitativo
hombre depredador veterano,
viejo lobo de mar apagado,
no sabes estas destruyendo tu hogar.
Te quedaras sin bosques ni agua,
te quedaras solo,
en tus páramos yermos
y campos contaminados.
Te quedaras con tu orgullo
inflamado,
con tus ilusiones de progreso,
con tu evolución de pacotilla.
Los unos creyéndose paladines de la libertad,
los otros creyéndose adalides de la justicia.
Ambos atornillados a los sillones del poder
aposentados en los tronos
del desagüe.
Ambos funcionarios de Estado,
senil burocracia milenaria.
Ambos dicen el fin justifica los medios,
falsos discípulos de Nicolás Maquiavelo.
A nombre de la libertad o la justicia
comenten crímenes
Hombre pretendiendo ser superior
a animales y plantas.
Así llama a sus parientes vitales.
Vienen del mismo genoma inaugural.
No hablamos de la mujer,
reducida a la costilla de Adán,
a una parte del hombre
y a su servicio.
Hablamos del macho dominante,
ha convertido la decantada fraternidad
en una constante pugna
por sobresalir
a costa de los demás.
Hablamos de aquél prestigiador
de naipes helados.
a constante agresión,
cuando se esconde
en sus máscaras de mármol,
ocultando sus miedos y pavores.
Murciélagos ocultos
en las grutas insondables,
dando vueltas
alrededor de sí mismo
como wayronco.
Humanos demasiado humanos,
sin alcanzar al ideal
de la humanidad misma,
quedándose a mitad del camino,
vislumbrando desde donde están
el horizonte no alcanzado.
Sustituido por ficticio trazado,
línea imaginaria,
geografía espectral
de lo no alcanzado.
Finalidad lograda
haber intentado
sin esfuerzo ni gasto heroico.
Renunciando a sí mismo.
Sustituido por apariencia humana,
mueca grotesca de arquetipo utópico,
antifaz carnavalesco.
Hablo desde el cuerpo
Hablo desde la cueva donde se agita la tristeza,
como se agitan las olas
reclamando a las rocas
o vientos que sacuden a las ramas,
buscando despertarlas de su letargo vegetal.
Hablo desde los socavones recorridos por nostalgias,
memorias repentinas conmoviendo a las abuelas,
lagrimeando ante recuerdos depositados en fotografías,
desde las estalactitas quebradas.
Lágrimas cristalizadas de las estrellas
al escuchar rumores del afuera.
Hablo a los humanos,
si algo queda en ellos
de humanidad ideada.
Hablo a las humanas,
sensibles cuerpos dominados.
Creadoras de la vida
y defensoras del amor.
Hablo a sus corrientes vitales,
ramales de cuencas bañando
crujidos del cosmos plegado
en el perceptivo cuerpo.
Continente de sensaciones aladas
e imaginaciones vaporosas,
acompañado de razones luminosas.
Venas y arterias en movimiento rumoroso.
Turbulentos ríos
deslizando narraciones copiosas de tramas.
Composiciones acuosas,
profusos afluentes derivando
en caudal inmenso de sentimientos.
Intérpretes de ecologías del mundo.
Hablo a potencia inhibida
en depósitos de la carne.
Almacenes prohibidos,
secretos sellados.
Nombrados misterios.
Creatividad temida por las instituciones.
Las máquinas burocráticas decidieron rutas
canalizando fuerzas,
rebaños de ovejas
hacia la disciplina moduladora.
Inscribiendo hábitos en la carne,
a través de ritmos constantes
de movimientos diseñados.
Pedagogía escolar,
ortopedia espiritual
hacia la normalidad masificada,
imitación exigua.
Estandarizada por el promedio de los prejuicios,
repetidamente plantados.
La creatividad y la inventiva son encerradas
en oscuros socavones de silencio.
No pueden circular alegres por las calles,
su magia cambia lo que toca,
transforma las reglas,
juega al devenir constante.
El leviatán no puede permitir semejante ductilidad,
plasticidad de las formas, contenidos y expresiones,
magma fundente de la materia palpada.
Ocasionando dilución
del orden del mundo,
del orden del discurso,
del orden institucional.
Aunque deje pasar irrupciones del chantaje.
Forcejeo disimulado en los pasillos
del palacio de los espejos
y los ministerios sin espejos,
de ventanas cerradas,
puertas selladas
y armarios atosigados
de papeles insolados.
Campamentos de hongos y oxidaciones de la corrosión.
Diseminación aterida en la arquitectura colonial
de la inmutable inercia estatal.
Terco dilatado otoño patriarcal,
circense malabarismo de la corrupción,
prestidigitación del lado oculto del poder.
El Leviatán prohíbe y condena,
juez supremo de la dominación,
que todo este sostenido por el avatar estético,
por el romance pasional
¿Nos dejaremos arrastrar por las máquinas de muerte?
¿Dejaremos que fatalidad, inscrita por mecánica nihilista,
nos arroje al abismo?
¿Seguiremos tolerando a hombrecitos creyéndose elegidos
para gobernar
y decidir por los pueblos?
Hombrecitos megalómanos,
enamorados de sí mismos.
Jinetes del Apocalipsis.
¿Dejaremos arrasar nuestros bosques
como se rasura cada quien cada mañana
con navajas de acero afilado?
¿Contaminar nuestras cuencas
como si fuesen cloacas de empresas mineras?
Aparapitas cargadoras de cadáveres.
¿Dejaremos depredar territorios
como si fueran desechables,
envenenar las aguas,
descargando en ellas nuestras pestilentes
culpas?
¿Asesinar por hambre a millones de personas,
como se condena a la sequía al desviar cursos de ríos
o se sentencia a la inundación al construir represas?
¿Asesinar por metralla a otros millones de personas,
como se fumiga los cultivos industriales,
aniquilando a poblaciones de insectos?
Si no es por armas de destrucción masiva,
listas para lanzarse,
ojivas implacables,
dragones del Apocalipsis,
sin importar las consecuencias.
Encontrando cualquier causa como excusa.
Todo en aras del progreso y el desarrollo.
Concretamente por el atesoramiento estadístico
de fantasmagórica riqueza abstracta,
contabilizada por la administración celosa
de funcionarios de elemental aritmética.
para un insignificante número de familias ocultas
en paraísos artificiales.
Acompañados por necios políticos.
Únicos creyentes de sus insostenibles discursos,
mediocres generales funcionarios de la guerra,
expertos en técnicas de aniquilamiento,
en estrategias envolventes de tenazas,
donde se enrollan en sus propias estratagemas.
Quienes no encuentran otra solución para los problemas
que la violencia del más fuerte
y la muerte del enemigo inconcreto.
¿Dejaremos que el porvenir se decida en manos de estos eunucos?
Que entregaron sus órganos al emperador del poder simbólico
¿Dejaremos como herencia a nuestros descendientes
la destrucción del plantea y el mundo del Apocalipsis?
No es mejor resolver los problemas
que nuestras generaciones desataron
abriendo la caja de Pandora.
Entregándoles a nuestros hijos
y a los hijos que vienen,
en el porvenir incierto
de la humanidad utópica,
un mundo de puentes y aperturas,
de vasos comunicantes,
de enredaderas trepadoras
y de raíces dibujantes de rizomas,
sin estos problemas acumulados
de los que somos responsables.
¿Queda en nosotros algo de la humanidad proyectada?
En los renacimientos intermitentes,
en las rebeliones humanistas,
en la subversión del arte,
en el desborde estético,
en la intrépida mirada de la física,
en las topologías matemáticas.
Aunque Gilles Lipovetsky no lo crea.
¿Queda en nosotros algo de voluntad de potencia?
Creadora de valores nuevos.
¿O cruzaremos los brazos
Cerrando los ojos?
Como si así desapareciera la fatalidad
por arte de magia .
Desconociendo el peligro que amenaza
como espada de Damocles
a la humanidad entera.
Ingenua hasta la extremidad extenuada
de los confines del mundo,
donde cuelga sus ropas tristes.
Peligro que amenaza al planeta completo,
a los tejidos entrelazados y vibrantes
del hospitalario Oikos.
Afecto
Sentimientos,
entregas corpóreas en cumbres absortas.
Lerdos oleajes de la cordillera
ondulan petrificadas en quietud meditada,
en cumbres hiriendo concavidad desnuda
del cielo desvelado.
Sensaciones,
vasos vinculantes,
conductos invisibles de fluidos
emocionados.
Enunciados de la Virgen
que dice a Altazor:
Hablo una lengua que llena los corazones
según la ley de las nubes comunicantes.
Entrelazando cuerpos
y universos.
Formando analogías
de taxonomías borgianas.
Memoria del más remoto comienzo,
como si no hubiera habido origen
sino repentino nacimiento
inesperado.
Cuando las cuerdas improvisaban,
tocando melodías no compuestas,
emergiendo espontáneas
al compás de vibraciones.
Siguiendo a las primeras notas
probadas.
Explosión inaugural,
canto de opera en oscuridad
del teatro de la crueldad.
Emoción incontenida
soltándose en notas convocantes.
Vocales alargadas como expediciones
de fogosas vibraciones pictóricas
en las entrañas de la inexistencia
conmovida.
Arrojando los dados a la mesa
de la nada.
Varias tiradas jugando al azar.
Inventando en cada una cadencias
plurales.
Tropel de bisontes melancólicos
y mutantes.
Crisálidas en transiciones esmeradas,
sinfonías de materias soñadas
en los profundos anhelos del big-bang.
Deseando realizar su sueño,
alterando el silencio.
Sentimiento,
conmoción del cuerpo,
contorsionándose al sentir caricias.
Multiplicación del mundo
inventado.
escribiendo en la piel
tramas inolvidables.
Viajero veterano
rondando las tierras y los mares.
Recorridos intrépidos de brisas danzantes.
Romántico cuento
leído suavemente
al borde de la cama,
para dormir al niño
adormecido por lecciones del día.
Para dormir a la niña
cansada de aprender con alegría.
Maravillosos mundos descubiertos,
tesoros escondidos
en rincones de la casa.
Vislumbrados por ojos
iluminados por curiosidad ansiosa,
absorbidos por la piel
de porcelana.
Amor,
percusión de tambor,
estremeciendo a la selva,
entrelazando bosques mezclados
y variados nichos conjugados.
Amor
a la embriagante vida
bailarina.
Agua salada de océanos.
Madriguera de peces asombrados
y de bosques de corales festivos
o agua dulce de ríos.
Albergue de lagartos dormidos,
rumor de cristalina música
bajando desde las montañas.
Turbulencias diluidas
resbalando por las rocas.
Biblioteca de relatos licuados,
asombrados de estadía planetaria
en el cosmos palpitante.
Solícitos en comunicarse con fuerzas
inmanentes,
ateridas a los rugosos troncos.
Multitudes de árboles contemplativos,
azorados,
pacientes corrientes de savia.
Vertebrados huyendo al fuego
prendido por el rayo
y retenido por humanos
con sus hábiles manos.
Fuerzas agazapadas
de las piedras silenciosas
congeladas
en meditación eterna.
Entrega corporal
al permanente nacimiento.
Memoria sensible diseminada
en distintas escalas.
Multiverso incomprensible,
aventurero y jugador de dados.
Sensibilidad pensativa
como recita García Lorca
A Fray Luis de León.
Pensamiento sensible:
Canta la luz herida por el hielo.
Intuición adivina,
carne y primavera, vida y esperanza.
Honda singularidad guardando
el recuerdo
del comienzo
y del juego.
Repetido en concavidad cambiante
donde las galaxias nadan como sirenas
encantadas,
en mar inmenso de materia oscura
en la penumbra de bosques ignotos,
dispersados por el cosmos.
Lo más profundo es la piel
No hay superficie sola,
vuelo silencioso de búho
noctámbulo.
Tampoco espesor solitario,
felino cansado en la montaña.
Los grosores se expresan en vibraciones,
míticas serpientes luminosas.
Intrépidas recorriendo ondulantes
extensiones de las membranas
utópicas.
Vibrantes canciones
rememoradas por guitarras
encuentran sus lenguajes y colores.
Romance incandescente de trovadoras
o nostalgia estética de pintoras.
Los signos y las figuras
de voces inspiradas
y pinceladas elocuentes.
Las narraciones y los cuadros
hendidos en los pellejos
enamorados.
El gorrión se expresa en su trino
picoteando la aurora
y en la composición pictórica de sus plumas
seductoras.
Canto sonoro despertando a ramas dormidas
y poema desbordando la madrugada.
Pasa con el delfín de los océanos,
satisfechos con sus copiosos
recuerdos
o el bufeo de los ríos
insatisfechos con sus flujos
de cristalinas reflexiones diluidas.
Apresurados por llegar a desembocaduras
cuya alegría corporal salta por los aires.
Emergiendo de los espesores del mar
o de los afluentes amazónicos.
El espesor vital converge en la piel,
donde narra su abultada experiencia,
escrupulosa escritora en el papel.
Compone memorias en animadas alegorías,
armoniosos mutantes acordes.
Comunicando entrañables vivencias
olvidadas.
La piel es donde los espesores mundanos
depositan sus rutilantes mensajes,
dejando sus contorneadas grafías
en sensible interprete epidermis.
Sabios registros vitales.
La piel es donde pliegues del multiverso,
ensimismada flota navegando
hacia no se sabe dónde.
Caracoles escondidos
en sus intimidades
se enrollan.
Sintetizan en la superficie afectiva
envolviendo dulcemente al cuerpo.
La piel se abre al mundo,
mariposas liberadas.
La piel es pensamiento carnal,
elocuencia de proliferantes sensaciones.
Acompasadas bandadas de aves
y geométricas constelación de peces.
Ritmando argumentos afectivos.
Transición conspicua a imaginarios
rituales.
Convertidos en conceptos.
La piel es lógica del sentido,
construcción paradójica del mundo.
Plegado en profundo sueño.
Conjeturada inmanencia,
metamorfosis de la percepción,
devenir de la intuición.
Nicho ecológico de la humanidad.
Tan acompañada y tan solitaria,
a la vez.
Y convocatoria briosa
a la circulación de las estaciones
y a los tejidos de los ciclos vitales.
Notas
[1] Ver Deleuze:
Deleuzefilosofia.blogspot.com/2007/08/lo mas profundo es la piel.
[2] Ver La idea fija.
Somoslxpiraratas.files.woedpress.com/2016/08/la idea fija de paul valery.pdf.
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