La falsa defensa de la democracia y la libertad
La falsa defensa de la democracia y la libertad
Raúl Prada Alcoreza
Se llaman a sí mismos Estados democráticos, pero no lo son, no sólo por lo que hemos dicho, que la democracia plena es el autogobierno del pueblo, no puede haber democracia con Estado, sino incluso su democracia formal ha desaparecido a partir de un determinado momento. Lo de República y democracia sólo es parte narrativa edulcorante, incluso la Constitución es parte de la narrativa de legitimación de estructuras poder cada vez más autoritarias, en el camino a ser totalitarias.
En la República, que se llama así misma la primera República moderna, primer Estado nación moderno y liberal, ha dejado de ser tal República y democracia, inclusive formal, hace tiempo. En el momento mismo que la burguesía aplastó a los sindicatos de trabajadores, usando a las mafias, es decir usando a la violencia del Estado y paramilitar, convertiendo a los sindicatos en corporaciones del delito velado y explícito, es decir en parte del conglomerado de las mafias de las coaliciones burguesas. Se trata de una burguesía que convive con las mafias, entonces es una burguesía que se ha convertido a sí misma en mafia, en mafia institucionalizada. Que esta pretendida República del norte ha llegado donde ha llegado, el investimiento de la dominación descomunal con el disfraz democrático, según la narrativa desarrollista y economicista, es porque ha continuado con la colonización de manera demoledora, el etnocidio y el genocidio expasivos, aplastando a las naciones y pueblos indígenas, que se encontraban en el centro del subcontinente norteamericano. Después, se avanzó contra a las República mexicana hasta llegar al extremo oeste y tocar el pacífico. En otras palabras, es por despojamiento, desposesión y expropiaciones, que se ha dado lugar a la desmesurada acumulación originaria de capital, que va a acompañar a la vertiginosa acumulación ampliada de capital, una vez que se da la revolución industrial. Entonces, no es más que una potencia, después una hiperpotencia, que se sostiene sobre el substrato de la violencia inicial de la guerra de conquista y la colonización continuada. A esto se ha venido en llamar imperialismo, convertido, después de la derrota de la guerra del Vietnam, en imperio posmoderno.
Ahora cuando la hiperburguesía de la energía fósil y ligada, de alguna manera, a pesar de sus contradicciones, con la burguesía emergente de las energías limpias, por así decirlo, de manera provisional, ha declarado la guerra a las sociedades y a los pueblos del mundo, de manera solapada. Usando una ajada narrativa, fragmentaria y deshilachada, diciendo, cuando menos puede hacerlo, cuando es evidente su paso a un totalitarismo planetario, que defiende la democracia frente a las amenazas monstruosas, que tiene enfrente. Monstruos inventados por el delirio consecuente de la hipertrofia maquínica de sus aparatos de guerra, de sus tecnologías de muerte, de su violencia desatada contra las sociedades y pueblos, sobretodo contra los países de la inmensa periferia del sistema mundo capitalista, dominada por los centros cambiantes de la geopolítica del sistema mundo capitalista.
En la actualidad queda clara la opción por la guerra de la composición explosiva interimperial, en plena concurrencia de bloques por el dominio y la hegemonía de los mercados a nivel global. Han empujado a la guerra en el Medio Oriente, inventándose la conspiración de caudillos patriarcales, antes aliados suyos, inventándose la excusa de construcción de armas de destrucción masiva. Contra el veto de Naciones Unidas han intervenido en las guerras del golfo. En el mismo contexto de crisis geopolítica, contando con el bloque de la OTAN han intervenido en la guerra de balcanización de Yugoslavia. Repitiendo una nueva versión de la balcanización del sureste de Europa. Al respecto, hay que decirlo, no se trata de países donde se distribuyen los pueblos en la representación de la geografía política, sino se trata de Estados nación de potencias y de bloques de potencias manejadas por hiperburguesías a escala mundial. Esta distribuida clase dominante, a nivel mundial, no tiene otro horizonte que la guerra; en ese camino repite, de manera obsesiva, en consecuencia, el descomunal despojamiento y atroz desposesión, mediante las herramientas del eterno retorno de la conquista y la colonización renovadas.
Las potencias europeas, antaño dominantes, son responsables de lo que podemos llamar la balcanización del Medio Oriente. Han ocupado el Medio Oriente, después de la guerra con el imperio otomano. Una vez hecho esto, después de imponer sus administraciones coloniales militarizadas, debilitadas por la primera y segunda guerra mundiales, terminan apoyando la conformación de Estados nación subalternos y subordinados a las metrópolis europeas, después a la metrópoli norteamericana. En este contexto la solución final del delirio criminal nazi se transfiere a una solución de colonización de Palestina. Resuelven el problema judío trasladándolo al Medio Oriente, cuando en realidad fueron Estados e ideologías que propugnaron los progromos, incluso antes de los fenómenos delirantes del nazismo y del fascismo.
En la actualidad queda claro el desenlace de estos juegos de las maquinarias de guerra, de las máquinas de poder, en la concurrencia geopolítica de la dominación planetaria. El Estado de Israel ha sido tomado por las expresiones más conservadoras, más fundamentalistas y religiosas, más racistas y promotoras de la supremacía blanca. Este conglomerado político ultraconservador impulsa el genocidio, perpetrado en Gaza, la ampliación colonizadora y de conquista de Cisjordania. A pesar de las evidencias del genocidio sistemático, administrado de manera racional, como diría Zygmunt Bauman, pretenden ocultar a los ojos de la opinión pública sus crímenes diciendo que se trata de defensa, cuando han arrasados ciudades en el pedazo geográfico de Gaza, que fue convertido con anterioridad en un ghetto.
Como dijimos antes, la dialéctica perversa se expresa de la siguiente manera: Las víctimas del holocausto se han convertido en los verdugos del presente. Ocurre como si se hubiera inoculado al terror nazi en las heridas más profundas de la carne y de la conciencia, transfiriendo, en el sentido psicoanalítico, el dolor no asimilado, al desenvolvimiento de una descomunal venganza, empero no con los nazis, que quedaron vencidos, sino con nuevas víctimas, que esta vez son los palestinos. En defensa de este genocidio el Estado de la hiperpotencia solitaria del norte ha decidido reprimir a las protestas en las universidades de los Estados Unidos de Norteamérica contra el genocidio. Destacamentos de robots humanos avanzan contra campamentos y protestas pacíficas, de una manera ciclópea, como lo haría cualquier dispositivo nazi o fascista.
Hay que acordarse y situarse en el contexto de aquellos momentos, donde la serpiente nace al destrozar el huevo, jugando con la metáfora de El huevo de la serpiente, la gran gran película de Ingmar Bergman, que muestra plásticamente el nacimiento del nazismo. Habría que preguntarse, teniendo en cuenta de nuevo ese contexto, ¿cómo ha podido ocurrir? Si se revisa la historia, sobre todo de la vida cotidiana, así como de la vida política de entonces, por así decirlo, de ese contexto del huevo de la serpiente, vamos a notar que los Estados nación, tanto relativos a la monarquía constitucional británica, así como a la República francesa, además de a la República estadounidense norteamericana, fueron, al principio, indiferentes ante el avance y las primeras atrocidades cometidas por el ejército alemán, la wehrmacht, bajo el mando nazi. Hoy pasa lo mismo o algo parecido en otro contexto distinto, que se puede denominar del orden mundial de las dominaciones, aunque en compulsión y en concurrencia por la hegemonía y el dominio, además de por el puesto en la jerarquía de la estructura de dominación global. Los Estados de la OTAN, supuestamente democracias, y la hiperpotencia de los Estados Unidos de Norteamérica, no solamente son indiferentes sino que encubren e impulsan el genocidio en Palestina. Cuando sus pueblos se levantan contra el genocidio lo reprimen desmesuradamente, de la manera más violenta y obviamente antidemocrática, develando los dilemas irresolubles de sus consciencias culpables.
Hay nueva incubación de la serpiente, quizás haya más huevos que los que se dieron en la Europa en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. La gran diferencia cualitativa es que se asiste al control, por parte de esas potencias en concurrencia, de verdaderas armas de destrucción masiva, que son las armas nucleares y atómicas. Esta guerra la tercera guerra mundial es imposible, en el sentido de si se hace posible no hay futuro, sin embargo, las potencias en concurrencia, los bloques en compulsión, llevan todo al límite, justo a un punto antes de la guerra, que no pueden desencadenar, pues esta guerra implica no otra cosa que la desaparición de la humanidad y la vida en el planeta.
Ahora queda claro el sentido del sistema del mundo capitalista y su geopolítica. No significan otra cosa que las muerte de la humanidad y la desaparición de la vida en el planeta. Ante este peligro y amenaza definitivos, es indispensable encontrar las fuerzas en lo profundo de los cuerpos, en lo profundo de las conciencias inhibidas, liberar la potencia social para liberarse de las estructuras de poder del orden mundial de las dominaciones, para liberarse de los diagramas de poder heredados. Es indispensable salvar a la humanidad y a la vida. Cualquier protesta contra el genocidio tiene este alcance, abre compuertas hacia la posibilidad de seguir adelante, aperturando horizontes, recuperando el tiempo perdido, dejando que la vida sea proliferante, desplegando su propia inventiva creativa.
Las versiones de esta descomunal agresión de la hiperburguesía aparecen en Sudamérica en la forma más grotesca de la política, en unos casos, y de la forma más estrafalaria, en otros casos. Una de las versiones de una de las potencias de Sudamérica ha pretendido arrasar con el Amazonia para dar lugar a la superganancias de los amigos del presidente de turno, la burguesía gamonal, etnocida y ecocida. En la otra potencia de Sudamérica se ha dado otra versión desmesurada y descuajaringada, en la personificación estrafalaria de un discurso anacrónico, que combina, de manera compulsiva, los prejuicios más miserables del racismo criollo, con las pretensiones de un liberalismo descontextuado. En ambos casos se descarga la furia de la buerguesía gamonal y de la burguesía financiera, furia devenida de profundos acomplejamientos, adheridos en estructura de subjetividades inconclusas y maltrechas, catarsis que estalla sobre los cuerpos de las poblaciones de trabajadores, de jubilados de jóvenes y de niños, además de las naciones y los pueblos nativos.
Ya hemos mencionado los factores, las causas y las condiciones de imposibilidad, que han llevado a estas regresiones inaudita de la política y de la economía en sociedades en crisis. Uno de los factores y una de las causas tiene que ver con la forma de gubernamentalidad clientelar de los gobiernos neopopulistas, que han descollado en la corrosión institucional y la corrupción galopante, además de darle elocuencia a la demagogia más desvergonzada. Estos “gobiernos progresistas” cabaron su tumba al desplegar este comportamiento inescrupuloso. Sin embargo, este error popular y social, por haber votado por impostores, no es de ninguna manera un justificativo para ir más lejos en la demolición de la sociedades, de los pueblos y de países. No es justificativo de ninguna manera para que las monstruosidades políticas, las subjetividades inconclusas, las conciencias desdichada, desplieguen su furia y descarguen su catarsis contra los pueblos y las sociedades. Cualquier resistencia ante esta descomunal pretensión adquiere el alcance también de defensa de la vida y del porvenir.
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